
SUERTE SUPREMA
Quizá a ciegas
pero correr solamente
comprender sin llegar a nada
mientras escribo que corro
tras el hijo que amo
y que sin embargo entrego
a la incapacidad de atrapar el día
o la noche que imagino
-no que sueño-
a la complexión absurda de las horas
a la furia de unos tallos degollados
posados para siempre en la memoria.
Atrás quedan los árboles sin sombra
el trébol y la espada
la luna disecada
la distancia
la nostalgia
las casas vacías
las calles y los días.
ALDABAS
Un sobre vacío y solo eso
un recado en el espejo
una piedra en el zapato
un zarcillo entre la hierba
una posada en el camino
un trozo de hielo en el vaso y solo eso.
Una pluma en la bota de un guardia
un céntimo en bolsillo de notario
un inocente en el juzgado
una cigarra en la vereda
una ventana sin luna,
una aldaba colonial
aferrada a una puerta emancipada
un remate dulcemente inacabado
un libro que nacer no quiere,
los ojos astillados por los años
y sin embargo
el poema comparece.
A CASA
Tras la alambrada corroída por las flores,
la casa donde vivo,
o donde escribo,
tiene muchas puertas
y un gran balcón que conspira con las nubes.
El primer plano del paisaje me trae
el tulipán salvaje
la flor intacta en la destrucción del día
la beldad que precede a la carroña
la huella clandestina del corcel incendiado
secuestrados su montura y su sentido.
Mi casa está en el ocaso
en el paisaje en el que acaso vivo
y tras la breve luz que marchita los cristales
mi casa es tu mirada
tras el humo blanco de cigarros que no fumo
palpo mi imagen en el espejo
y es la de alguien que me mira
sonríe y se despide.
En la soledad del tiempo y del amor,
mi casa eres tú
en este laberinto que soy yo mientras escribo.
LAS PALABRAS
Renombro mis manos clandestinas
de tostado trigo y fina arena
de escalla y arcilla precocida
testigos de la inquietud del niño
y del salto
de la piedra sobre el agua.
Han vuelto a ver
sol y viento amasar sobre tu pecho
caracolas regadas al filo de las dunas.
Reverberan mis amigos
infectos y puros
con la madera antigua de los tiempos
noches de ron y de tarima
se mezclan de nuevo con la tersa
danza inmóvil
o callada música
intersticios de luz por la cornisa
o recuerdo de paisajes calcinados
por la tarde que cubre la distancia.
Con la flor del sueño que germina
vuelvo a beber de las manos de Ariadna,
a beber del hilo de su cuerpo
de su limo, de su sangre
de la bestia
de la espiga y el acero
vuelvo a levantar su testa en bandeja
y cercenada
a degollar la viña acostada en otro lecho
a la luz del polen misterioso
de esta piel que abrasa la palabra:
el vuelo perturbado
de la piedra sobre el agua.
TABLAS DE LA NOCHE
Sabiéndose impuro
nocivo casi
Teseo destaza recuerdos
en las tablas de la noche:
peces de azogue y desconsuelo
animales de gozo y destrucción.
– Como una flor que se cierra
tu mirada me evade,
como piedra cuesta abajo me rehúye.
– ¿Qué importa
la violencia del sol y los adioses
si la tarde encanece con la luna?
– ¿Qué importa el laberinto
si al cambio de turno
la sangre se funde con la arena?
– ¡Qué importa si es una constelación,
un mito o un lugar en el desierto,
qué importan los días y sus noches,
si abolido ya del sueño
el laberinto respira y sobrevive
reptando entre mis venas…!
Impasible
ajusta el vendaje de una herida que no sangra
arranca un par de brotes con los dientes
y a la sombra de los juncos
entierra las cenizas del becerro que fue.
A ras del suelo
mientras tanto
las piedras sienten frío
y de amor se mueren los trigales.
Marx Espinoza Soriano (Jauja-Perú, 1980) Abogado, cofundador del Gremio de Escritores del Perú (Chimbote, 2006). Dirigió los colectivos Waquechallay – Hermano mío (2002), Infinito Rol (2003) y Dosamarus (2006). Organizó los Primeros Juegos Florales “Oro de los Xauxas” (2007) y la Primera Feria del Libro Presencia Xauxa (2010). Publicó las plaquetas Legítima Utopía, Hamor, Urbanfacto, Amaru, las revistas Mototaxi, Alevosía; los estudios Derramado Cielo (2010), Vertientes (2015), el libro objeto Lagarto azul (2013) y recientemente Donde mora el río (2022). Fundador del Grupo Impala de Poesía Total.