
ALQUITRAN
Afiliaron hasta los remos de la balsa
para que todo estuviese dispuesto para la muerte.
Los timadores no tenían que sobrevivir a nada
y sin embargo, nunca les fue suficiente:
ni el espacio, ni el poder, ni los recursos, ni el afecto.
Siempre querían más.
Los machos hacían roncar los motores de sus bestiales naves
(aplastar y seguir adelante),
y sus hembras sólo pensaban en no incomodarlos,
(seducir y seguir adelante)
Lo suyo crecía en directa oposición
a lo nuestro:
sus mentiras, sus placeres, sus libertades,
sus privilegios,
sus caminos se hacían más anchos
mientras estas alcabalas se hacían más frecuentes.
Una pandilla de diminutas anémonas limpiaba toda la mugre de su superficie
a cambio de una migaja de sus desechos.
Una madrugada en medio del no – future
me reproché esto sin piedad:
“¿Por qué seguimos remando con los palos rotos?”
como esos tontos
que se ríen del chiste
que los denigra.
Desde hace noches
se hacen más oscuro los días
y todas las lunas que fueron pescadas
con cánticos de amor
huelen a alquitrán en estos versos.
¡Nos hemos mentido tanto!
diría “vida mía”
pero se me duerme la lengua
y prefiero bajar la mirada
para no rendirme
al falso brillo,
antes de pronunciar palabra
trago grueso.
“Aprende a callar” me aconsejan
y sé que el cariño que me protege
también me castra.
El barco ebrio no avanza,
suelto los remos,
“aprende a callar” repito,
rompo mi espejo,
escupo la última risa amarga,
lo apago todo
y me duermo.
DEJARME QUERER
Se suponía que el mundo simbólico era lo más importante,
“…el hombre consciente elabora su mundo simbólico…”
y el mundo simbólico se lo traga:
poder- belleza- autoridad- dinero -justicia.
Me gustaría chillar como un mono en la noche
y entre arboles de mango no pensar en el futuro
y que el futuro fuese una selva en la que entro hambrienta:
fruta- hambre- cuerpo- lluvia- irracional.
Me dijeron que la educación era lo más importante
pero nadie me dijo que se podía educar para destruir
o incluso para construir, que es destruir también:
casas- autopistas- fabricas-discursos- bombas.
Quiero abrazarte largo, pero ahora no se puede,
quizá mañana tampoco se pueda,
en realidad, no sé si será posible:
vacante- conformidad – secreto – cuello – sueño.
Voy a caminar a la playa,
porque la playa siempre me hace sentir mejor,
porque la playa no dice nada,
porque la playa no tiene alegato:
original – brisa- silencio -pertenencia- cero.
Deseo no querer nada y dejarme llevar.
nada querer desear.
Dejarme querer.
Deseo dejarme llevar.
TERNERA, PESCADO, POLLO, CERDO y VEGETALES.
Porque una chica me preguntó
mientras esperábamos el tren
sí en mi país comíamos rata,
y yo por joder le dije que “si”,
que se viniese a mi casa a comer rata,
que yo tenía una gordita en la nevera,
que se la cocinaba con cariño.
Y ella respondió:
“Gracias, me encantaría, pero tengo mucho que hacer”
y yo: ” Ok, otro día.”
Y mi humor de rabia que parecía simplemente humor
y su ignorancia de yo salmón y tú rata
que parecía simplemente racismo
y luego llegó el tren y me fui
y no le aclaré que no comíamos rata,
pero daba igual,
porque sé que el racismo come ternera, pescado, pollo, cerdo y vegetales
y no había realmente nada que aclarar.
Aunque, claro está, que
si yo tuviera una rata en la nevera.
se la serviría con gusto.
BLANCA HADDAD (1972) es una pintora y poeta venezolana. Es una de las figuras más representativas del underground latinoamericano. Actualmente reside en Cataluña donde es directora artística de la compañía de escena experimental NES y organiza el Festival de Poesía OREIG.