
HACE DE CUENTA
A todas aquellas mujeres que han sufrido violencia sexual
Hace de cuenta que no es una mujer,
tal vez un muro de concreto,
una figura de plomo.
Amarrada mira al cielo
y hace de cuenta que está lejana de sí,
de cuchillos, de tormentos.
Hace de cuenta que confiar no es un verbo de tortura,
que vive otra vida
o que estaba muerta ese sábado en la noche
y un cuerpo muerto no puede morir dos veces.
Hace de cuenta que es un ser sobrenatural
y corre de sus captores, como si volase,
bajando la montaña oscura,
sin camino, sin faro.
La sangre y los dolores
son ahora también de las otras,
de tantas que no huyeron.
Hace de cuenta en ese infierno
que lo único que tiene no es ese hacer de cuenta,
y tiende la mano en llaga hasta su hermana.
Hace de cuenta que el interrogatorio
no es un goce perverso
y que el examen probatorio no es la continuación del rapto a su intimidad.
Hace de cuenta que no será solo una cifra,
que funciona la justicia.
Que no tiene miedo a que la sigan.
Que este miedo no es de anoche,
que es antiguo, que es otro,
el de salir al tablero sin haber hecho la tarea.
Hace de cuenta que la gente entiende quién es el victimario,
que no preguntarán por el tamaño de su falda
o qué hacía sola a las 7 p.m en el paradero del bus.
Hace de cuenta,
porque no tiene más que hacer de cuenta.
Del libro Sa-ver-se
DEMÉTER
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes,
quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y
desamordazarte y regresarte.
MIGUEL HERNÁNDEZ
Rasgar la tierra
separar las piedras
las uñas negras
adoloridas
los dientes entierrados
los zapatos ahogados en café.
Una pregunta sola
abandonada a su suerte en el subsuelo.
Buscar a los hijos
en el mundo subterráneo
bajar al miedo
donde el silencio
ajusticia la verdad.
Fosas vacías,
fosas de otros,
fosas desiertas,
de flores arrancadas,
bendecidas de tribunales católicos:
en el nombre del perdón,
del olvido, impunidad, amén.
Qué floresta se marchita ante tu llanto
qué río se seca, madre
ante tu búsqueda interminable.
Qué linderos acechan tu conciencia
de huérfana de hijo.
Qué lumbre se apaga
bajo la lámpara maladina
de un desigual acuerdo.
Madres errantes
gritando bajo tierra
escarbando entre los huesos unos dientes
que nombren su apellido
huesos max-hilares
que hilen
un olor ya conocido
un recuerdo añejado de dolor ausente
un entierro de ataúd vacío
de invisible cuerpo
un entierra-miento de tu amor paciente,
de ti, de él, de nosotras.
El lobo ha olvidado dónde enterró los huesos
depredador sin olfato
tras la tortura de su propia especie
se mata a sí mismo.
Pedazo a pedazo
se le cae el rostro humano
no conserva su sangre
la riega sobre un campo ampollado de explosivos
se desgarra con sus garras
viste un traje de cañón herido
lleva en sus ojos la sangre de otros
le persigue un aullido moribundo en el oído,
una pregunta le corta la garganta.
Pero él no ve,
pero él no oye,
pero él no deja
que hablen las palabras
de sus muertos.
Del libro Sa-ver-se
Princesas I
Los príncipes privados de princesas
se han quedado sin oficio
ellas ya no duermen
los sapos descansan tranquilos.
Del libro Poemas de hadas y de hades
Cenicientas I
Huyó de la fiesta
porque sabía que al casarse con el príncipe
estaría nuevamente prisionera,
su intento fue fallido,
le faltó fortaleza para no dejarse calzar el destino.
Del libro Poemas de hadas y de hades
Cenicientas II
Los hombres que se creen príncipes
siempre están calzando zapatillas de cristal
aunque ya hayan encontrado su cenicienta.
Del libro Poemas de hadas y de hades
GLORIA MARÍA BUSTAMANTE. Nació en Medellín. Es Psicóloga. Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Socia fundadora y Coordinadora de Investigación en la Corporación Educativa Combos, ONG que defiende los derechos de las niñas, niños y mujeres desde hace 27 años. Premio de poesía “En el cielo de Aná”, Primer premio. Medellín, 2014. Premio Regional de Poesía “Meira Delmar”. Primer premio con edición. 2008. Premio Nacional de poesía. Ediciones Embalaje, Primer premio con edición. Museo Rayo, 2006.