
SOMOS TIERRA
Somos tierra
células de un planeta
incendiado de vida
cuyas antorchas de clorofila
despliegan sus pistilos
donde la luz llovizna.
Somos aliento espacial
polvo amasado
a la sombra de los astros;
como el que apretamos
para sentir en un puño
el latido del universo.
Somos chispas de barro
matices de vida
en el planeta madre
que nos amamanta
en su cobijo atmosférico.
Viajamos vibrando
en su aura oxigenada
cual nómadas partículas
que ayer fueron hierba o pez;
hoy son nuestro asombro
y mañana podrían ser
el brillo tornasol
en el hechizo del colibrí.
Llevamos en la sangre a cada ser vivo
que ha sido hecho o lo será
con ese polvo estelar y antiguo
que hoy nos da forma y lugar.
Nuestra voz ruge, aúlla, zumba y trina
porque la biósfera tiene sus genes
nadando por igual en las venas
de todas sus creaturas.
La casa redonda y azul en que anidamos
es semilla de una estrella del mañana
y escenario del capricho estacional
sobre el que el sol nos lega cada mañana
una lista nueva de milagros.
Somos luz migrante, aliento reciclable;
chacras de amor transitorio
rodando en un minúsculo planeta
por las calles festivas del Universo.
TÉMPANOS
Fuerte grita la ventisca en medio de la gente
el egoísmo eleva su voz congelada
y la intolerancia dispersa centellas de frío.
El odio siembra témpanos en el agua por beber
sus bordes hieren al pobre, al distinto y al olvidado.
Nunca aprendí a navegar en este frío prefabricado
porque tengo de cobijo al Sermón de la montaña
erguido y ondeando en el alma de la pluma
con que –animoso- escribo esta expansiva hoguera.
ABUNDANCIA PROMISORIA
En torno al ataúd junto al que no te vemos, Dios
la muerte nos hinca dolor en un goteo interminable.
Sufrimos nuestras pérdidas por sumisión biológica
mientras nos mueve el muerto que, al vivir, pregonamos.
¿Dónde, Dios, continúa la madeja de la vida?
¿Cómo se reclama la eternidad que tatuaste
en la promesa de santos, gurús y profetas?
¿Dónde se desdoblan los mapas del Mictlán?
¿Quién escribe los nombres en la lista de espera
para reencarnar, ir a Ti o embarcarse al más allá?
Milenarias creencias, doctrinas y credos
hurgan en viejos pergaminos por migajas de esperanza
para cada muerto en que espejea el que llevamos dentro.
Voces ambiguas -desde todos los credos-
entre dientes crepitan, cuanto nombre se te ha dado;
por si alguno pudiera obligarte a responder.
En templos, mezquitas; pagodas y altares;
entre ermitas, sinagogas y pirámides;
en focos tonales y sitios sagrados
resuenan en vano rezos, mantras y plegarias.
Ofrendas y liturgias vienen; signos rituales van
mas no hay alma que regrese a su difunto.
Si, en lo terreno, cuando una célula muere
en otras formas de vida se integran sus compuestos;
¿qué esperar, Dios, que suceda en las cuentas del alma?
En torno al ataúd junto al que no te vemos, Dios
resuenan preguntas milenarias:
¿Dónde retornará esa dosis de conciencia
con que podríamos suponerte?
¿Cómo se le cobra el saldo de eternidad
a cualquiera de tus nombres?
EL HORMIGUERO
Las hormigas nunca chocan
no necesitan semáforo alguno
para trazar veredas de intuición
que se tejen en la ruta de las otras.
Cubren el bosque con la red temblorosa
que evidencia a su mente coordinada.
Su zigzagueante alboroto de antenas
hace amanecer a la curiosidad del sol
que pródigamente las surte de hojas.
Las hormigas saben ser una sola;
un mismo paradigma las conecta
a la fuente de consciencia unificada
donde cada una significa: todas.
El hormiguero es una enorme creatura
diseminada en bolitas de a seis patas
que no dejan de palpar -cariñosas-
al alma solidaria de la tierra.
AZULES BALLENAS
Del otro lado del aire
azules ballenas
tejen el firmamento.
Sus lomos apretados
definen el tono
de la bóveda celeste.
De tanto nadar volando
mueren de a poco y caen
dejando una estrella
en la noche de la manada.
Se incrustan en la tierra
sus blancos esqueletos
y se enlaman de pie
camuflados como pinos.
Bosques tupidos se forjan
enverdeciendo la cintura
de las montañas.
Caen los árboles
ante el hacha del tiempo
diluyéndose en el humus.
Los hombres siembran
granos, casas y sueños
en el polvo residual
de cetáceos ancestrales.
Azules ballenas
percibo en el aire
donde solo soy plancton.
De Vuelo Unitario (Colección Tránsito de fuego, NYPP, 2021)
CARLOS VÁZQUEZ SEGURA (México). Poeta, periodista e ingeniero. Se expresa en periódicos (MURAL) y en cápsulas de televisión tanto en México como en Perú. Publicaciones: Soplos y pensavientos (1999), Áspera una luz (2002), Quijotes y luciérnagas (2008), el eco de la piel (2013) y Vuelo unitario (2021). Recibió en el 2020 la Distinción Honoris Causa por parte de la Fundación Universidad Hispana. En el año 2016 participó en la antología que obtuvo el Primer lugar en el International Latino Book Awards en la categoría de Mejor libro colectivo en poesía.