
CASA DETRÁS DEL PINO
Esa casa.
Ese pino.
Esos cascarudos que resplandecen.
El chingolo que entra por la ventana
a las dos de la tarde,
esa tarde, un ángel gris destruye el recuerdo.
Vendrá el gozo y te dejará limpio,
casi sin corazón.
Sólo un latido de sapos y luciérnagas,
cotorras en coito sobre los cardos, y el silencio
que respeta el instante de los amores animales
violentísimos y dulces.
El mar imperturbable.
El mar ajeno a todo rostro a toda palabra
el mar no escucha la herida
el mar es sabio como un mago del tiempo,
sólo ir, sólo volver,
sólo obedecer a su fondo más íntimo,
sin padre, sin madre el mar
reparándose él mismo el dolor.
La casa.
Tu voz y tu otra voz y aquellas voces
levitan como santas medievales
sin mendicidad ni complacencia.
La casa ya no confronta con lo inalcanzable.
Lo que se esquiva finalmente se abandona,
a veces hasta al olvido.
Amanecemos.
Olvido no es desierto.
Olvido es fruto, evanescencia, piso,
cuerpo sin combate
éxtasis.
Anochecemos naciendo
también.
El deseo contra toda tiranía.
Entre los oréganos y el cedrón,
a los pies del pino,
el mundo cae como una catedral derramándose.
CASTOR
Vos fuiste antes, vos eras antes
de nacer.
Vos llevabas tu escama, tu cara fea, tus bigotes
largos
antes del mundo.
Nadie te quitó lo salvaje cuando la boca sagrada se abrió.
Qué alabanza.
Qué veloz nadador bajo el planeta luminoso.
Nosotros los peregrinos
nos protegemos en la sombra de un aguaribay,
nos miramos la esbeltez, el rostro impasible,
hablamos de felicidad.
Vos sumergís la cabeza en el agua.
Nosotros la escondemos
ELLA NADA EN EL MAR COMO UNA RAYA
Ella aplana el vientre,
luego lo infla.
Lista para sumergirse,
ella nada en la casa
ella nada en la calle
ella nada.
ENERO: SER O NO SER
Las gaviotas, la ausencia
lo que sustituye ¿es ficción?
¿Es ficción desconocerse,
de pronto?
El Bifronte que abrió y cerró las puertas,
¿puso el nombre a un mes – mito?
Qué escena no es real.
¿La contemplación del otro
como una película?
Un día la armadura se derrite lenta bajo el sol.
Enero es caliente.
El peligro brilla.
NOCHE DE FEBRERO
(Franja de Gaza, mayo de 2018)
Cuando el mundo explote
– y no falta mucho, me decías-
tendrás un lugar donde refugiarte.
Era febrero
y nosotras bajo la misma brisa.
El mundo explotó, maga.
Niños vuelven a morir sobre lo muerto
lo muerto seco
lo muerto que se olvida de llorar.
Niños se prenden a las tetas de los terneros bajo los escombros.
Mirá la montaña.
Mirá el castillo que crece.
He escuchado el largo mantra
como una música en el cementerio de mi pueblo.
Vi enterrar lo joven y amoroso.
Vi a la madre.
No a este desquicio
en el otro lado del mundo.
Te extraño.
No encuentro el refugio donde anticipabas la tristeza
y reíamos
contra toda oscuridad.
a Susana
Silvia Montenegro, La Plata, Argentina, 1961. Ha publicado los libros Sobredosis de Alma (Sudestada 2001), El diablo pide más (Editorial Último Reino, 2004), Los Príncipes Oscuros ( Último Reino, 2008), La Bruma (Barataria, 2014), El Borde (Prueba de Galera, 2019).
Llévalo a tus redes