
CONFESIÓN
Estoy matando a un hombre, señor juez,
le arranco de los dedos la caricia;
estoy matando a un hombre con sevicia
y con más impotencia cada vez.
Lo mato y se me queda, señor juez,
entre las manos toda su malicia;
más que un hombre parece una milicia
que amenaza el soporte de mis pies.
Con qué delicadeza tan atroz
les dedica ternuras a mis huesos
y destroza los hilos de mi voz
con la daga implacable de sus besos.
Como si no existiera ningún dios
estoy matando a un hombre, lo confieso.
RETAZOS
Voy persiguiendo tristezas,
rebuscando en los retratos,
leyendo viejos contratos,
rememorando proezas.
Cuidado te me tropiezas.
En el piso están regados
los asuntos del pasado
que me dio por reciclar.
¿Me quieres acompañar?
te comparto mis retazos:
una baraja incompleta,
diez libros de poesía,
ninguna fotografía,
un reloj, una maleta.
Una bolsita repleta
de fragmentos del pasado.
Un beso que había olvidado,
un cúmulo de basura,
una cama fría y dura,
un sueño destartalado.
Gestos desde la pantalla
con una herida pequeña,
varios escritos sin dueña
y un cuaderno que se calla.
Lo que dejó la batalla:
cables, circuitos, enredos,
un esfero entre los dedos,
muchos renglones en blanco,
un anillo que está manco
y una montaña de miedos.
Una lista sin canciones,
una puerta que no cierra
y montoncitos de tierra
ocultos en los rincones.
Reescrituras y tachones
sobre papeles ingratos.
Ausencia de autorretratos,
muchas paredes desnudas,
una tinta testaruda
y el desvelo de mis gatos.
Silencios de madrugada,
pensamientos recurrentes,
varios asuntos pendientes
y la vida congelada.
Un escudo sin espada,
la muerte sin contrincante,
una mentira constante
con mayúscula inicial,
una mirada glacial
y una mosca entrometida.
Cuarenta líneas perdidas
antes del punto final.
BESO
Tomas una palabra
con la boca
la sientes
en la punta de la lengua
la dejas entrar
le das permiso
le dices sí.
Te sabe a ceremonia primigenia
a bautismo del mundo
a fuego originario
te derrite las cuerdas vocales
juega a las escondidas
con tu voz.
Ella sonríe
la nombras
yo la escucho
me besas.
PRESENCIA
Para ti la compañía
era un fantasma que hacía ruidos
en el ático
una sombra que te acariciaba la espalda
de vez en cuando
y tenía oídos sordos
Qué sencillo era estar presente
llenarte la casa
decir no estás sola
Yo no pude.
Alejandra Arias Nacida en Bogotá el 1 de enero de 1992. Inició su camino en la poesía en el año 2018 gracias al grupo de Facebook la cofradía de la palabra. Ha participado en las antologías de voces femeninas Somos el grito (2020) y Origen (2022), en el marco del festival internacional grito de mujer.