COVIDARIO VEINTE VEINTE: 20 + 20 POEMAS DESDE LA CUARENTENA DE FER DE LA CRUZ | ENRIQUE BERNALES ALBITES


cOVIDARIO VEINTE VEINTE: 20 + 20 POEMAS DESDE LA CUARENTENA DE FER DE LA CRUZ | ENRIQUE BERNALES ALBITES

Como lo señala el autor en la nota inicial, Covidario es una traducción poética, personal y creativa de la experiencia del evento mundial de 2020, la pandemia del COVID-19 y la cuarentena ordenada por la OMS. Es fruto de la interacción con otros poetas de todo el mundo, entre los que me incluyo, los mismos que formamos parte del taller y espacio de lectura poética virtual, Poetas sin Fronteras, una de las muchas y exitosas iniciativas culturales que el poeta y gestor cultural Jorge Contreras Herrera ha promovido desde su sello Ablucionistas Arte y Cultura. Entre sus otras iniciativas, se puede mencionar este novedoso sitio web, la editorial Ablucionistas y el festival internacional de poesía, Ignacio Rodríguez Galván, cuya edición 2020 promete mucho. Así en medio de este tránsito, acontecimiento mundial que ha llevado y sigue llevando luto y tristeza a la humanidad, la poesía se ha convertido en un respirador para el alma de los diferentes escritores que han hecho de Poetas sin fronteras, un punto de encuentro, y de Tizayuca, Hidalgo, su casa espiritual y metafórica.

El libro de Fer de la Cruz, que presenta como eje metafórico la experiencia del COVID-19, ha tenido una gran recepción en los medios. Así han sido publicadas generosas reseñas que hacen énfasis en las diferentes virtudes del libro y en el contexto de su creación, echando luces para su exégesis. En este sentido, Jonathan Harrington en Yucatán Today señala: “Se decidió por el título Covidario, que es el área asignada al cuidado de los pacientes del Covid-19; pero también recuerda la palabra ‘diario’, como tratándose de una crónica poética de la tragedia que conlleva la epidemia y de la vivencia del confinamiento”. Exactamente, el libro de Fer de la Cruz se convierte en ambos: un lugar desde donde se escribe un diario de la pandemia y también en un espacio donde se cuida a los pacientes. Por su parte, Jorge Manzanilla-Pérez nos indica sobre Covidiario: “Propongo que este libro se lea desde la trinchera personal, en el autoanálisis y la reflexión”; precisamente esa tensión recorre todo el libro, la que construye una dialéctica entre el mundo personal y lo social o global. El objeto vivo de dolor y alegría que nos entrega Fer de la Cruz se alimenta de la esencia de todas las fantasías o leyendas — muchas de las canciones y leyendas infantiles tienen su origen en eventos catastróficos para la humanidad como, por ejemplo, la Gran Peste medieval, he allí el origen de la cruzada de los niños, el Flautista de Hamelin o de canciones como “Ring a Ring o’ Roses”.  Además, la reseña de Ariel Avilés Marín en Arte, Cultura y Rebeldía menciona diferentes intertextualidades presentes en el poemario: “Lo mismo encontramos referencias al antecedente de la pandemia que estamos viviendo, en el Decamerón de Boccaccio, que al Día de San Patricio, al Día Mundial de la Poesía, al aniversario luctuoso, compartido, de Shakespeare y Cervantes; están también presentes las fechas tradicionales que, este año, no pudimos celebrar; el sentimiento religioso, el que pone su fe en un porvenir mejor, también está presente en el poemario”. Esa es, precisamente, la naturaleza de un trabajo bien logrado poéticamente hablando, el mismo que no se reduce a una urgencia — por más que el tiempo de confección de los textos podría llevar a pensar — por publicar, sino a una muy humana necesidad de traducir ese dolor y ese sentir en un artefacto comunicativo. El profundo sentir humano de Fer de la Cruz se reproduce a través del rico lenguaje figurado de los distintos poemas que pueblan esa ciudad que es Covidario. Este libro-ciudad está dispuesto a asentarse con el tiempo y con justicia en el campo literario de la literatura latinoamericana, siempre en transformación.

También, la crítica Rosely E. Quijano León en su reseña para Novedades Yucatán nos devela más detalles personales del creador de Covidario y de su metaforafilia para poetizar todo el mundo que lo rodea: “confieso que mi primera reacción fue una sonrisa, pues no me extraña para nada que Fer, un escritor comprometido hasta los dientes con la literatura y la poesía, poetizara el confinamiento. Leerlo de por sí para mí siempre ha sido una confrontación reflexiva con la realidad. Él tiene esa maravillosa habilidad para volver poético desde lo más sutil hasta lo más abyecto, y, en este caso particular, ha convertido sus días de confinamiento en 40 poemas que reflejan, parafraséandolo, esta hogareña olla de presión en la que estamos”. Efectivamente, es reflejo de un escritor nato, así considero a Fer, crear un mundo de palabras — y no sólo en castellano, también en maya yucateco, árabe, inglés o francés, tal como ha quedado demostrado en las sesiones de Poetas sin Fronteras — que nos ayude a los lectores y ciudadanos a procesar con otros ojos la realidad que nos rodea, Lo real que es la vida como afirmarían Lacan o Zizek.

La reseña de José Ramón Enríquez para La Jornada Maya y que lleva como título, un verso extraído del poema “Cuestión de fe”, “Los días parecen Viernes Santo” ilustra un aspecto crucial de Covidario, con el que coincido plenamente, y que es precisamente una virtud a enfatizar en el mundo del mañana que debemos empezar a construir desde ahora, si se quiere sobrevivir como especie, me refiero a la naturaleza de esfuerzo colectivo, la esencia de la verdadera humanidad, de la empresa de Fer de la Cruz que contrasta con el individualismo propio del modelo globalizador de libre mercado, gran responsable de esta catástrofe humanitaria de incalculables consecuencias: “A lo largo del Covidario se va poniendo de manifiesto la amplitud de esa fraternidad de poetas tanto en la geografía como en las culturas, inclusive en las lenguas, así como lo mucho que influyen los unos en los otros y la atención con que se escuchan. Un moderno monacato con muros virtuales y abiertos, sin más límites que los marcados por el momento en que se encuentran los descubrimientos”.

Un eje de mi lectura de Covidario me permite establecer una reflexión sobre la tecnología en sus diferentes significados porque creo sinceramente que este libro presenta una síntesis del efecto de lo tecnológico como característica de la vida humana desde tiempos inmemoriales. La obvia y primera tecnología que el lector puede experimentar al leer el libro es la vida virtual poética de la voz de los poemas que se reúne con sus otros colegas de Poetas sin Fronteras en las sesiones de poesía por Zoom. Ahora, también existe la tecnología en la confección de este aparato que es el libro mismo: Covidario como objeto estético virtual, por ahora, invita a su descarga desde el sitio de Academia.com para que el lector se encuentre con esas fotos, diseños, poemas que expresan el dolor y el sentir humano más profundo. Así, con un simple descargar, el libro de Fer se aloja en la casa personal de cada uno, el ordenador de esta nación global y computarizada. Por último — y esto es algo que forma parte de un sentir reciente del reseñista y de sus inquietudes sobre el dolor y la escritura — el sentimiento y la tecnología de la escritura crean su propia intimidad, su propia visión del mundo, es decir, su Weltanschauung. Es muy distinto expresar el dolor y el enojo humano de manera oral en una marcha por las calles de una ciudad, que, por supuesto, escribirlo. El dolor también crea su propio medio de expresión, su propia mediación a partir de la tecnología con la que entra en relación dialéctica, en este caso la escritura misma. Se buscará retratar el habla y las costumbres más populares de cualquier comunidad humana, pero si lo hacemos a partir de la tecnología de la escritura, como es el caso de este hermoso poemario, es eso, escritura, bella, dolorosa, producto de una mediación, pero no la realidad misma. La realidad misma, cruda, lo real es inabarcable para cualquier tecnología, finalmente.

En el poema “Espejismo”, la voz poética exhibe de una manera sencilla en sus imágenes con mucha contundencia existencial y filosófica cómo el drama humana del COVID-19 y la vida de los otros seres no humanos como los insectos, que pueblan la tierra, siguen rutas, caminos distintos:

Al chirrido del alba
que perturba el inédito silencio citadino,
un susurro:
Las abejas reanudan sus labores
como si nada extraño sucediera.  (25)

En el poema “Poetas sin fronteras”, esa misma voz poética nos presenta una mediación entre tecnologías milenarias como la poesía y otras como las transmisiones virtuales y cómo esos encuentros permiten crear nuevas comunidades humanas de lectores y escritores para, así, sobrevivir en este evento, esta tragedia mundial:

Y bien, la poesía no se destruye,
sólo se transforma,
siempre encuentra su cauce,
como la vida misma
en virtuales zumbidos que pecorean las flores
que nos resignifican el presente agridulce
llamado cuarentena. (28-29)

Por su parte en “En las profundidades de la sana distancia”, la voz poética explora la cruda realidad y la incomprensión con la que el personal de salud ha sido tratado por la ciudadanía. Esta última, en algunos casos, ha convertido al personal de salud en cómplices de otras tecnologías supuestamente causantes del virus que nos está matando, no se trata de la tecnología poética, por supuesto, sino del 5G y sus torres:

¿De verdad, mexicanos atacan a doctores?

Y los taxistas no quieren llevarlos.
Doctores y doctoras,
enfermeras y enfermeros, practicantes…
Se dice en las noticias:
Los centros de salud en la República están siendo
defendidos por la Guardia Nacional. (31)

En “Temporada de lluvias”, el poeta — como ocurre en otros de sus poemas a lo largo del libro — se refugia en la complicidad de la comunidad poética de Poetas sin Fronteras que, en gran medida, como el mismo autor lo ha indicado en su momento, ha sido responsable y cómplice de la confección de este artefacto literario, este coronapoemario. También, esa misma voz explora en la naturaleza y en sus propias leyes, transmitiendo así al lector una sensación de  esperanza y del cumplimiento de los ciclos de la vida:

“Cada gota es su propio infinito en la ventana”
Lilian Silva, de su poema leído desde Bogotá,
en Poetas sin fronteras.
La cuarentena impera,
mas el viento de lluvia nos invade en violenta cabalgata. (54)

“1 de junio: Temporada de huracanes” es el poema con el que se cierra este viaje por el sentir humano de la tecnología de la palabra poética, poema fuerte, contundente, profundo:

Podemos, como dicen, cantar bajo la lluvia,
reír con la ventisca, sobarnos de los golpes,
desenterrar del lodo la esperanza
y exclamar, como dicen:

¡Vientos huracanados! (83)

En conclusión, el poeta con singular maestría y aplomo expresa en la escritura lo que es el ser humano, un bello salvaje lleno de sentimientos, saberes y emociones. Justamente, la voz poética apuesta por seguir reafirmándonos en nuestra propia y continua evolución humana, en vez de sucumbir a los terribles peligros que representan la transhumanidad o la posthumanidad. Covidiario es un libro que emociona porque toca fibras de intensa humanidad, recomiendo intensamente su lectura y estudio.


 

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