
UN BONNARD
Toda obra es inacabada el rigor es volver a ella
un retoque en el espacio borra
el sepia ocioso en la mirada de los espectadores
una valiente pincelada en el tiempo
deslinda lo eterno de lo pasajero
mujer en la bañera
mujer frente al espejo
mujer con mimosa
sin posar abandonada a sí misma
dejando que la mirada del pintor
dibuje la completud del instante
pasajera definitiva que bajó de un tren mañanero
con un cesto de manzanas rojas y amarillas
amiga de los primeros paseos
compañera del desayuno junto al jardín
un pie fuera de la bañera me dice
se acerca el fin de tu baño en mi retina
una toalla azulada recorre cada parte de tu cuerpo
hay un olor de lavanda en la estancia
una cercanía de verano en las persianas
la esponja de baño tiene restos de espuma
tu cuerpo ha nacido de la levedad de su materia
de pie frente al día habitas en los matices felinos de la mañana
en el zarpazo amarillo de la mimosa difuminado en el taller
o en los tarros de pinceles que guardan todos tus desnudos.
MADAME BOVARY
Madame Bovary bebiendo un vaso de sidra
en el intenso verano de Yonville por los ventanales entreabiertos penetra en ráfagas el fogazo ciego
que se arrastra desde las afueras en abandono se escuchan las piñas de los pinos estallar en el vacío
resonando al fondo del mediodía
Madame Bovary bebiendo un vaso de sidra
mientras su cuerpo tiembla como la tierra removida
por los imperturbables bueyes que surcan sus sueños.
MUCHACHA CON CHOCOYO
La muchacha de vestido floreado alarga su brazo
y el chocoyo sapoyol sube al dedo índice de su mano
serán las once de la mañana
los alcaravanes tienen su campanario en el llano
la quebrada donde aguan
los caballos de Franz Marc
corre mansamente
no tiene el rumor del mar mediterráneo de Pierre Bonnard
pintado al centro de su cuadro Muchacha con loro
nosotros estamos en otra parte del mundo
con otra muchacha jugando también con su pequeño chocoyo
no azul como el loro del maestro Bonnard
el chocoyo ha subido hasta su hombro derecho
luego sube a su cabeza escarba el pelo
como si buscara granos de mostaza
ella alza la mano sonriendo y lo atrapa
la muchacha de vestido floreado se ha divertido un poco
no hay rumores lejanos que la perturben
ella no tiene a sus espaldas el mar con veleros de Bonnard
sino el calor de nuestro verano con los caballos de Franz Marc
pastando las últimas manchas verdes del llano
el chocoyo silba como llamándola entre los palos de jocote
mientras picotea su rueda sarrosa de bicicleta.
CUANDO EN LA PÁGINA BLANCA
APARECEN LOS CAZADORES DE INVIERNO
Furtivo entre los troncos de robles deshojados
apuntaba en mi cuaderno sus rituales de caza
los perros con sus dientes y los hombres con sus lanzas
cazaron un enorme jabalí en los linderos del bosque
mi poema debe poseer esa misma perseverancia
cada palabra escrita debe rastrear un sentido en el tiempo
la huella del significado ausente desde el origen
cazadores cargando el animal en la pendiente porosa de nieve
sus perros ladrando por la alegría del regreso
olfateando los sueños debajo las hojas secas
cazadores bajo un cielo mohoso como una nuez podrida
enfrentando el invierno entre helechos helados
mi lápiz nunca dejó de trazar atajos en la niebla
sobreviví a las anchurosas avalanchas de enero
encendí pequeñas fogatas a mi paso
para no morir de frío y del deseo de escribir palabras
en la página blanca del cuadro de Brueghel.
Santiago Molina Rothschuh (Juigalpa, Nicaragua, 1958). Después de vivir algunos años en Europa, retornó a Nicaragua y publicó Los dominios del aprendiz (Nicaragua, 2005) y Círculos de alfarero (Costa Rica, 2008). Poeta. Tiene una maestría en lingüística española por la Universidad Michel de Montaigne. Es amante de la literatura francesa en general y Giorgio Perec en particular, le interesa y se ocupa de estudiar y comprender lenguaje de las artes plásticas. Su pasatiempo favorito es el juego del Go.