
CUERVO CON GRANO DE ORO (EXTRACTO)
el feligrés
yo vi al cuervo
y escribí su historia
y su canción
con una de sus plumas
no preguntes dónde se coció la tinta
en que lees estas cosas
ni cuáles sus ingredientes
yo andaba donde vida y muerte
entretejen
sus fronteras
un pie de un lado y del otro
y un pie sonaba a aleteo
y el otro a un fangoso temblor amputado
y ambos daban un paso que bailaba y tropezaba en un solo movimiento
*
La casa del feligrés
hice mi casa con plumas caídas
de su plumaje
y mi casa era negra
y sinuosa como la anguila
mi casa se confundía con la noche
y mis manos
y allá arriba cada tanto el golpe de la luz sobre el ojo
vigilante del cuervo
daba un parpadeo
corroborando acaso
que lo concerniente a la sombra
siguiera
en la sombra
*
comprendo ahora
que mi casa fue un nido
acaso allí se concibió la idea de un huevo
no la experiencia fáctica de lo que es
si no la posibilidad de algo
o acaso hubo un pensamiento vacío
dentro del huevo de la nada
¿digo la experiencia de la disolución
en lo vaciado?
o
apenas
el nido vacío
del misterio
*
Todo era el ojo del cuervo avistando todo
y cuando movió su ojo
una ráfaga
deshizo mi casa
la noción de abajo arriba
de ayer hoy mañana
pues su mirada
atravesaba las capas de la cebolla
del tiempo
en un mismo rechinar
en la misma fluctuación a través
del aire de las eras
y estaba en el zumbido y el destello
en el reflejo del agua
y en el agua
en cada punto del círculo
y fuera del círculo
todo era pupila abierta hacia adentro
y hacia afuera
*
y cuando iba a cantar cayó aquel grano de oro
de su sedoso pico
y estalló la luz
*
Inauguración de la coreografía del todo
como si se diseminara y diera
en el blando
espejo
por donde ocurre la múltiple
coreografía
de lo inerte y lo móvil
de lo que vuela y lo que repta
de lo que atraviesa
veloz
el polvo de las centurias
y el polvo posado sobre los muebles
y fuera hasta desembocar en la gran pupila
donde se mira por primera vez
la materia abisal de la vida
ocurrió
ocurrieron
el pato
el cáñamo
el oleoso interior del ajonjolí
la madriguera
maduraron los higos
carretas y bueyes
fueron borrando las sucesivas huellas
hasta dar con el camino
y charcas y astros y ranas
cantaron al unísono
un acto de inauguración
que duró lo que tardó en caer
ese grano de oro
que
todavía
cae
*
Ordalía
acostumbrándome
como se acostumbra el agua a las formas
que la contienen
di en mí
del modo en que despierta
la carne al dolor
la codicia en la moneda
el vuelo en la pluma
en la rosa agotada del hueso
desperté
¿lama sabactani?
¿quién me ha abandonado?
¿eloi eloi? ¿ecce mater tua?
Sanzuwu
Yatagarasu
Jīnwū
Samjok-o
es huérfana la carne
es triste la carne
un acto simultáneo de nacer y morir
Extraído de Jotaele ANDRADE, Cuervo negro cuervo blanco, añosluz editora, Buenos Aires, 2020.
Jotaele Andrade. Nació en la Plata, en 1974. Creció en Azul. Creció en Mar del Plata. En Azul hizo periodismo, ciclos literarios, talleres literarios y el Festival de poesía conocido como La Acampada. En Mar del Plata hizo otras cosas.
Ha publicado, entre otros, los libros: El salto de los antílopes (2012, El mono armado editorial), Los metales terrestres (2014, Añosluz editora). La rosa orgiástica (2016, Añosluz editora), El psicólogo de dios (versión ampliada 2018, Kintsugi editora), Sombra de dos colores (2018, Editorial Buenos Aires Poetry) y Cuervo negro cuervo blanco (2020, Añosluz editora).
Bebe. Vive en Avellaneda.