RASTROS | DANIEL OLIVEROS


Poemas inéditos


RASTRO DEL PERGAMINO IX
La escala afectiva

Lo único que recuerdas es el cuerpo;
el instante de arrojo hacia lo que dice

sí, dice
y afirma que sí
que sí hay cielo
habrán más barcas en el mar
se dice que sí

Pero del cuerpo se desconoce

sólo el rapto hacia el adentro
las barcas negras sobre luz plateada
el viento en llanto
las casas vacías

¿Cómo habremos de recuperar la muerte?
El sentir onírico mezclándose con apariciones
de mezcalina, esquinas de baldosas meadas,
las referencias de cine, condones usados
en el estacionamiento del músculo

Permítete acentuar la columna con el culo en el suelo,
blandir la luz para cortar lo ambiguo con ases
y abolir el imperio sintáctico del orden en que enunciamos

El Fénix de Aquiles insiste:

los heraldos
Odiseo y Áyax
Fénix
Y desde luego Patroclo

O como refiere Meleagro:

los ancianos
los sacerdotes
el padre
las hermanas
la madre
los camaradas
y más que nadie Cleopatra

¿Cómo hacer del tiempo una esfera?
Ahuyentar el orden en las palabras
Cómo se dice mente, ánima y cuerpo

cuerpo, mente y ánima
ánima, cuerpo y mente […]

Tantas permutaciones permitan el número de hexagramas:

Tocar el cuerpo con las ramas;
Volver al contenido latente de los balcones;
Estar presente en cada partícula que se pisa:

Adiós, y digo a dios que nos busque la espalda
la frente
y el corazón abierto.


RASTRO DEL PARÁGRAFO 33

Digo la palabra hoja para abrir
los agujeros del pecho:

de ahí nacerá el capullo
se escribirán las cartas
rebanarán el fiambre delgado

en lonjas finas

Ahora digo

hoja verde hasta que aparecen las ramas contra el amanecer
hoja blanca y mitigar la angustia con las palabras
filosa hoja cortante, lumínica y etérea.

y así de rápido todo se esfuma en el empuje del verso
aún resplandeciendo en la retina de la mente.

a C. K.


RASTRO DE ESQUILO

La adivina vive en la sombra
proyectada hacia la escalera; aquella
para quien el tiempo es un bolo que en
la boca se devuelve hacia el estrago.

El momento habitado es incierto
como los pasos sobre peldaños
y el corte de la piedra recta blanca;
la adivina acude al mediodía sin sus collares.

-La cama nauseabunda de los hermanos.
-El plato servido con rábanos y flores.

Adivina y avanza hacia el destierro de sí misma,
se escuchan los ecos de sus pasos entrando al templo.


Daniel Oliveros. Valencia, Venezuela, 1991. Poeta, traductor, editor y licenciado en Educación Mención Inglés por la Universidad de Carabobo. Forma parte del Comité de redacción de la revista POESIA y del comité editorial de Escritores Cordillera. En el año 2014 fue merecedor de la mención honorífica en poesía del V Premio Nacional Universitario de Literatura «Alfredo Armas Alfonzo».


 

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