
No es mi mano
la que
acaricia
a la palabra,
sino el hálito
que viaja desde el Leteo
tras la borrasca,
sobrevive
el olvido
para nombrarte.
TRAZOS DE NIEBLA
La noche me susurra trazos de niebla;
como remolino de hojas secas,
las palabras,
entran en mis párpados
recovecos ancestrales:
las notas se desploman
sobre el oxidado musgo,
un pentagrama de falacias.
La noche susurra ráfagas de niebla;
estamos cerca
de la marcha del tiempo,
devorando rosas,
destripando sueños,
sobre el callado musgo oxidado.
ALBORADA
Pongo lágrimas al sol
despido la humedad.
Tiro cajas al barranco
Y oro de vez en cuando.
Otros días, giro el lado correcto de mi cara
para dejar pasar al olvido.
Me pongo camisa de ónix
tiño las paredes con rostros fantasmas,
juego con un dado de premios y reveses.
Entre derroteros de miradas traslúcidas
busco cerrar la puerta a la hecatombe.
Asciendo,
deidad escondida bajo los cañaverales
revienta en mi lengua
la verdad urdida
que fermentará
mientras duerme la llamarada
a la espera
cuando ya nuestros cuerpos dejen de poseernos
cuando esta vida se agote en nuestras sienes.
quedarán las voces ahogadas
en este suspiro silente
OTREDAD
Observo la silueta de su rostro en el espejo
así sin más
sin máscaras.
Aquella otra me interroga;
trato de inmiscuirme en su mirada,
de descubrir su propósito,
en los huecos que dejó el tiempo.
Observo a esa otra que me llama,
me espía y me confiesa.
Tampoco está emancipada de caídas.
Mientras se concilian ambas ficciones,
Soy.
AVERNO
Desciendo la escalera al averno
Vagamente,
mi marcha no obedece a los ojos de Beatriz.
No busco encontrarme en cada círculo.
Padezco,
mi cuerpo no busca ser liberado.
Desciendo
bajo mis pies cansados, el inframundo.
Dante, éste no es tu infierno,
en estas caras no encuentro a los sabios penitentes.
Caronte no me espera en su barca,
en este río oscuro no encuentro a la parca;
esto que siente mi piel no es la lluvia perenne,
aunque en este vestigio de muerte
la lluvia parezca infinita.
Este es otro infierno
y sin embargo,
sigue siendo verdadero tu averno,
cada escalinata me lleva a un rostro decadente.
Cuerpos de no muertos,
desespero.
Bajo la oscuridad, echo mi cara al suelo
y desde allí observo el puente de regreso a la vida
no sé si allí arriba se encuentra el paraíso.
DAISY BENITES ZAMBRANO (1988) Venezuela. Licenciada en Educación, mención Castellano y Literatura. Desde el año 2005, ha participado en diferentes agrupaciones culturales, entre ellos, el grupo de extensión ULARTE (ULA Táchira), el taller literario Aquiles Nazoa (Plataforma del Libro y la Lectura en San Cristóbal 2007- 2008). Es parte del equipo organizador la Fundación Cultural Púrpura. Ganadora del primer lugar en la categoría Teatro, del Concurso Bolívar y Martí (Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, 2013). Actualmente, cursa la Maestría en Literatura Latinoamericana y del Caribe.