
EL ÁRBOL PERFECTO
No he encontrado el árbol perfecto donde colgarme,
en el que mi distancia
pueda tambalear tranquila
antes de que me hallen.
Todo hombre nace con ese árbol plantado
en el jardín donde mora el honor
y ese árbol es la evidencia
de que todo hombre merece amabilidad,
siquiera de parte de un árbol
que lo sostenga mientras agoniza,
¿qué más puedo pedir?
Si es un almendro
me costará escalar,
si es un ciruelo
me distraeré comiéndome las frutas,
si es limonero
solo podré pincharme, dudosamente pender…
Me tocaron el hombro y se despidieron,
vaya suerte la de quien no saluda,
no tiene jamás que mover la mano para mentir,
ni tiene que sonreír
para que no lo encierren en un manicomio.
ACABO DE HACER EL AMOR
Acabo de hacer el amor,
corriendo el riesgo de precipitarme,
ardua labor tengo, labor de amar.
Porque soy como un mudo
ahogando sus gritos y gemidos.
Porque susurro cuando hago el amor,
y voy debajo de la pubertad y la ansiedad
aferrado a mi demencia,
etérea y estática demencia,
como un lago en mi alma.
Vengo de otro vicio,
vengo de otra lluvia,
vengo de otra ciudad,
a dar la alarma de la catástrofe final,
porque estuve en el lugar de donde vengo
y estoy donde ya estoy,
así́ como estamos adonde no hemos ido.
El verdadero arte es pernoctar,
ansiando sus labios eternales
que me hacen arrastrarme como una sanguijuela
hasta aquí́ donde tecleo como un loco bajo la lluvia,
cuando en verdad nos vemos refugiados en mi habitación,
frenéticos de orgasmos bilaterales,
explícitos en el sudor,
rio salobre que emana de la carne clandestina.
Vamos de a poco en el lapso siguiente.
Y yo sigo enamorando sus clausuras,
enamorando sus detalles, sus delirios, y hasta sus trastornos,
solo para sentirme útil,
y para admitir la inutilidad.
Viajando en los vagos raudales de su sexo loco,
me pierdo para hallarme con más ganas.
Ahora ella duerme,
mientras yo quedo en vigilia, acechándola.
INÚTIL
Soy una roca,
me considero inútil,
siempre quieto, estático, inmóvil…
Un día, sin embargo, David me lanzó
contra el ojo de Goliat para derribarlo.
Creo que es lo más interesante que he hecho en mi vida.
REINVENCIÓN
Reíamos a carcajadas en medio de la vida.
Luego empezamos a llorar desconsolados.
Y tal vez,
siniestros, quisimos matarnos unos a otros.
Luego casi nos suicidamos,
aunque quizás aplaudíamos,
no lo sabemos, teníamos ganas de coger.
Nadie lo notó y todos andábamos igual…
La reinvención es el hábito fugaz
que los humanos practican hasta después de morir.
¡Esa maldita broma era terriblemente buena!
IMBÉCIL
Ese reloj es un imbécil:
del uno al doce los números
suman y avanzan juntos,
trenzados siguen uno tras otro;
afanados, escalan su tiempo.
Pero el reloj no puede arrancarme
la pereza genuina que me habita.
Suelta sus horas, días, años,
y los siglos caben en este bostezo llamado poema…
¿Qué te crees?
¿Dime qué te crees, tiempo?
¿Que soy un imbécil igual que tú?
Del libro “Un fusil cargado con versos”, 2021.
PEDRO JAVIER ZUCCHINI ECHEVERRÍA –Zuga Zucchini– (20 de septiembre de 1994 – 7 de abril de 2021. Barranquilla, Colombia). Cursó el bachiller del Colegio Liceo Campestre. Hizo un semestre de Dirección y Producción de Cine en la Universidad Manuela Beltrán en Bogotá. Diseño Gráfico y Fotografía Profesional en La Salle College Barranquilla. Estudió literatura y filosofía de manera autodidacta. Autor del poemario Un fusil cargado con versos, 2021.