
*Trad. Federico García Morales (del texto establecido por Samuel N.Kramer, recopilador, trascriptor y traductor al inglés. según versión publicada en Proceedings of The American Philosophical Society, vol.85, n.3, february 1942, p. 293-323)
Enheduanna fue la hija de Sargón de Akkad (Sharkalisharri). Nacida poco antes del 2300 ac, forma parte desde una edad temprana, del juego político de su padre, y asume una posición estratégica en el espacio religioso, como gran sacerdotisa, vinculada a Nanna (el dios de la luna) y a Inanna (la diosa del cielo y de la fecundidad). Cogida en los movimientos de los estados en conflicto, Lugalzzagesi de Umma, ocupa su sede (no está claro si cuando la ocupación de Lagash, Nippur o Ur) es despojada de sus prerrogativas y desterrada. No tarda en triunfar el movimiento inverso y Enheduanna regresa, bien probablemente acompañando al ejército de Sargón, y debió presenciar el horrible castigo a que someten al “usurpador” Lugalzzagesi o Lugalanne, que es castrado, cegado, y colgado en una jaula de las murallas de Nippur. Pero poco después muere Sargón (m/m 2280). Lo sucede su hijo Rimush que es asesinado tras un corto reinado, y es sucedido por su hermano Manishtushu, que a su turno, también es asesinado. Sucede a este último su hijo Naram-Sin, que poco tiempo después de ascender al trono, ve su reino prácticamente en el suelo, debido a un gran terremoto. Naturalmente, Enheduanna estuvo muy cerca de todos estos sucesos, y su sentido trágico debieron afectarla. La cronología relativa de estos hechos puede establecerse a través de las Listas Reales de Sumer. Hasta ahora no hay un acuerdo claro en cuanto a fechas exactas, entonces las que damos deben entenderse como aproximadas. Enheduanna habría desaparecido como tantas sombras, de no ser por la recuperación de algunos pocos restos cerámicos en Ur- entre otros del disco en donde aparece en una procesión, vinculada a la realización de rituales propios de su cargo—y sobre todo, por la recuperación de sus himnos y poemas, en versiones sumerias y akkadias. En estos poemas hay un desgarrado proceso que va desde los cantos hierogámicos entre Inanna y Dumuzi (a todos los fines, “el pastor” de los rituales de fecundidad), y la épica del duelo y de la venganza, que vienen a implicar también profundas transformaciones en la construcción de los caracteres divinos, en el papel de la divinidad en el orden del mundo. Para más información: Enheduanna y la furia.