
EL ROSTRO DE LA NEBLINA
Soy un hueco entre las sombras,
El borde del espejismo me seduce.
Monto sobre ráfagas de corrientes
que cabalgo por rutas impensadas.
Soy el celaje de un fauno extinto.
Atisbo desde la quietud del sigilo.
El verdor de luna viste mi penuria
con aullidos de lobos invisibles.
Soy paz y revuelta en combate.
Mi alma es un candil encendido,
una brisa sopla y oscilante titila
como alas de un colibrí asustado.
Un manojo de suspiros me habita.
Flor de algodón, veleta al viento.
Soy el fondo de un abismo donde
la neblina asoma su rostro lívido.
Inédito
REVOLUCIÓN
Te batió con fuerza la tempestad.
El enemigo fue tu aliado, viento voraz.
Te zarandeó y estremeció con fuerza,
te enredó con saña entre sus garras.
Eran la simbiosis perfecta, una mezcla
equilibrada, binomio acertado, amigazos.
Aguas y sal; y yo, en el lecho recostada.
Yo: mansa, quieta, dormida, quizás muerta.
Solo la ferocidad del viento me levanta.
El huracán me eleva sobre las aguas,
me estrella contra el malecón, me esparce
cambia mi entorno, me despierta del letargo.
Solo la ferocidad del viento me resucita.
Me torno fiera, espanto, hoguera encendida
Me siento viva, vencedora en la batalla
de una muerte prematura no deseada.
Solo la ferocidad del viento me alimenta.
Todo pasa. Vuelvo a asentarme en el fondo
Me despido del viento huracanado.
En remisión espero la nueva temporada.
Solo en la ferocidad del viento habitan
la esperanza, el renacer, el mañana.
del libro Piel de almendra
NADA DETIENE ESTA LLUVIA
Enciendes luciérnagas sobre la piel.
Marcas cada espacio, cada poro.
Acechas la oscuridad en busca
del resplandor en los huecos
del universo.
Llueven luces sobre la aridez
de mi tierra. Se moja el desierto
en espera de las gotas de mayo.
No crecen los arbustos, ni brotan
los cactus.
¡Cuánto deseé un abril eterno!
Mayo se hizo sequedad, abrojos
yerbajos donde no revolotean
las mariposas. Me torné piedra
fría y áspera.
Las luciérnagas se desprendieron
una tras otra, lúgubres, dolientes,
como una enfermedad postrera
o el olvido pensado con frialdad
en la mente.
Mi lápiz no se importuna.
Ya no escribe tu nombre
en las paredes y rincones de la casa,
ni en mis senos, rostro, brazos
ni en hojas en blanco.
Ahora garrapatea misterios
sobre las coletas del viento.
Asevera que las luciérnagas
regresarán a poblar mi mundo.
Traza esos apuntes del retorno
en mi tierra sana y fecunda
donde se posarán de nuevo
dedos y luciérnagas.
Yo los leo. Sonrío.
¡Y le creo!
del libro Fragilidad de vidrio soplado
ZULMA QUIÑONES SENATI nació en Yauco, Puerto Rico. Cursó estudios en la Universidad Católica de Puerto Rico en Ponce, donde completó su bachillerato en Educación en el 1970. Ha incursionado en el género de la narrativa en el que ha publicado De mariposa a crisálida (2001), La barca en el tiempo (2005), El rostro oculto (2008) y los poemarios Este sendero conmigo (2013), Fragilidad de vidrio soplado (2018), Piel de almendra (2019) y Alas de colibrí (2020). Varios de sus cuentos y poemas se han premiado en certámenes nacionales e internacionales. Ha coordinado el Festival Internacional de poesía y arte Grito de Mujer en Puerto Rico en los últimos diez años. Sus trabajos aparecen en antologías de España, Argentina, Perú, India, Grecia, Colombia y Puerto Rico.