
LLEVABA COMO SIEMPRE LA CAPERUZA NEGRA
así podría atravesar el bosque.
El lobo merodeaba, olfateaba,
niños no, decía y aullaba, niños no.
Le resonaban las tripas, le caía la baba.
Un cazador escondía el puñal entre la muñeca y la manga, caminaba
con cautela, tensaba los músculos y pensaba:
es imprescindible que muera, es imprescindible.
El lobo merodeaba y se mordía las patas del hambre,
que jugoso soy pensaba, que jugoso soy.
La niña no cantaba una canción alegre, no.
No comía, no danzaba.
Presurosa caminaba en el bosque, lo atravesaba.
De pronto un puñal se delata en el aire,
el hombre lo clava con fuerza y del fondo oscuro
el líquido viscoso mana.
Qué extraño, pensó.
Qué bello, se dijo.
El viento levantó la caperuza negra,
el lobo olisqueó el aire,
niños no, se dijo,
le sonaron las tripas nuevamente,
Niños no.
NO ES ÍTACA.
Allí los pensamientos rebotan,
las palabras rebotan.
Decir: madre, sáname, cúrame,
carece de sentido.
Los espíritus que reposan en las habitaciones,
esperan en vano que las quejas subviertan el silencio.
Como bolas de goma rebotan los te quiero,
los te quise,
los te espero.
Anoche mirando a través
de sus ojos de bruma le dije que se fuera.
Sonrió.
Las grietas
de la casa se abrieron
por el estruendo de mi voz.
ESTABA ÉL JUNTO AL ÁRBOL DE MANGO COMO DORMIDO,
atravesado el cuerpo por la mitad, pálido, indiferente a las moscas,
sosteniendo con las manos la sangre perdida hace horas.
Hoy estoy frente al árbol como dormida,
atravesado el cuerpo por el puñal del recuerdo inexacto,
anclada al musgo y la tierra seca,
cubriendo con las manos los ojos hace horas.
¿Mañana, qué verás tú,
cuando mi recuerdo haya sido borrado del parque?
¿Talarás el árbol?
RECORDÓ DE GOLPE QUE LA CLAVE DE TODO
es la memoria, la memoria como detonante de la palabra
y habló hasta saciar la sed de ruido.
No hubo más que decir y como
el silencio es también una respuesta
quedó tan claro el adiós
que salió ruidosa como si bailara en un carnaval.
AL PRINCIPIO SOLO PASOS ALREDEDOR DEL CÍRCULO
El filo,
un paso,
tras otro.
Al fondo el abismo lleno de aullidos y lamentos, estertores
voraces en el bosque.
En el tiempo intermedio una diorita rosa entorpeció el camino
y el primer zigzag ocurrió.
Desde entonces han llegado cuarzos, basaltos, gabros y granitos,
cada uno me ha alejado un poco.
Ya no se ve ni se oye.
Hay un claro de flores lilas en el bosque.
He olvidado el filo.
A Jorge B
EL TIEMPO PARECE UN FANTASMA QUE JUEGA a no dejarme vivir y no vivo.
Esconde los segundos en el suelo,
arrastra los minutos entre piedras, y las horas,
las pobrecitas horas se desvanecen entre recuerdos poco gratos.
El tiempo parece un fantasma, sí.
Uno de esos que te persiguen décadas,
que se aparecen en la cama,
que se sientan en el pecho y respirar es ese
acto fatídico en el cual solo hay ahogo y pánico.
Pasa y no avanza,
pasa y es estática la vida,
pasa y encanezco y me asusto y me sonrojo,
a veces lloro,
y a veces, solo miro.
Tiempo que esconde el futuro,
tiempo relativo, mentiroso.
Fantasma de la infancia que retrasa la alegría o la calma.
El tiempo querido amigo parece un fantasma
y no tengo amuleto contra él.
ELIANA MALDONADO (Colombia). Es ingeniera, poeta, docente universitaria y doctora en Literatura. Publicaciones: Bajo la Piel (2007), Lunas de Sombra (2010), Hacia el Pacífico (2015), Cartografía de la lluvia (2016), El pozo de la infancia (2018), Pájaros que no existen (2020) y el libro de cuentos Aquellas mujeres en miniatura (2019). Ha publicado en diversas revistas dentro y fuera de Colombia. Invitada a diferentes festivales nacionales e internacionales. Obtuvo el premio de Poesía erótica Jazz-Eros, emisora de la Universidad Nacional. Poemas suyos han sido traducidos al inglés y al portugués.