
(SIN TÍTULO)
Nació un hueco aquella vez
En que vi caballos a lo lejos
Porque los huecos tienen genealogía
En todo lo antropomorfo de nuestra duda.
Nació un terregal mellado de insomnio
El día que se fueron las calles
Y al día siguiente vinieron caballos.
La polvareda que danza con el galope
Es siempre el espejo del pasado
Y son las iracundas memorias de un gesto
Quienes controlan lo ignoto del sendero.
No pudieron las venas del sol
Teñir con su espuma el ocaso.
La estampida suele dejar nubes:
Cansada emanación sepia
Que opaca la muerte del día.
Nacieron caballos la ocasión última
En que noté un hueco en la calle que ya no estaba.
Todos los horizontes hacen ruido
Pero no se escucha
porque el temor al polvo cierra siempre las puertas
Pero las ventanas
Siempre han derramado su mirada quieta
Sobre el polvo de alcobas vacías.
FALACIA DEL ALIMENTO
Cuando se cruza la línea, se abre una zanja. Así la conciencia se forma entre lápidas de sal, días areniscos que al aire enrarecen; arena que en las gargantas engendrará espasmos de tiempo mudo.
Y algún día el sutil martillar del corazón ajeno será el motivo de los párpados cosidos, que junto con las bocas grabadas en los muros, encarnarán el grito de agonía que puebla las voces de la ciudad, el barullo ininteligible que cultiva la muerte.
No existe olvido, pero el vacío lo puebla todo
Armas y negligencia
Un mundo sin espejos o de ciegos individuos.
RAYO DE NUBE
Hay una luz blanda, ondulante y dulce colgando de las hojas
El susurro del tiempo me habla de lo pasado
y las mareas de voces son estridentes y silenciosas
En esta roca limpia de ingenio laten corazones
y sollozos quietos echan raíces en la tierra
tapizada de pasos anónimos
Hay una luz tibia y blanca que se ha vuelto blanca por alcanzar mis labios
Bajo tu mandato, blanco se ha descubierto el amarillo crisálida.
Alas de espuma, nubes encima.
Se confunden los amores encriptados y la intención del cielo indefinido por comprender al beso: criatura imperfecta de ternura ensortijada.
Alas de espuma porque la espuma es el afán, bullendo, de todas las palabras y las cosas por alcanzarse a sí mismas
como la nube, siempre inmensa y desgarrada, blanca y presente y grisácea y sangrante de arrebol apretujado
contra los confines de la tarde envejecida
todos los días del mundo.
Todos los mundos del día está la nube alta, con flores a su espalda de horizonte mullido,
en todos los mundos del día del mundo, busca un lecho para su memoria
y se desgarra
como voz quebrada en el llanto sempiterno de su lluvia.
Se nutren los sollozos bajo tierra y brotan blandas hojas, cuyas flores teñirán de nuevo la dorsal serena de la nube, que, en su obsesión incansable, como en un juego etéreo, constriñe y libera el paso de este rayo nuevo y sus alas de espuma fragante
que, transmutada por la insignia de tu pecho celeste, se erige mensajera de tus labios
que se posan al fin sobre los míos, como lluvias de enero en una tierra sin estío.
Una amapola bebiendo mi voz.
Un sueño que se levanta
aleteando su canto en las tierras del silencio.
PASILLO DE METAFÍSICA
Allí, en el matinal paraje del cristal quebrado
Quebrado por el haz ambarino;
murmullo secreto de las planicies
Grito silente.
Allí existe la nada y al existir no existe más.
Nace la reverberación profana, divina
artimaña etérea de los pasos sobre el viento
que recuerdan y mal visitan la conciencia.
Lo que es ajeno esboza el camino
que en los ciclos inherentes al fragor,
irriga en la carne impropia y cercana
el soliloquio
de la ventura enajenada.
Y el tinte, ahora maduro
salta de las manos
y las vísceras del viento anidan en una exhalación.
Manchan los muros y los entresijos del suelo.
La pregunta nace y engendra conciencias en los demonios
y los jaguares; montaraces aluviones preñados de insomnio,
roban la calma del asedio lento y mortecino
del aliento de Hades.
Así es como los trasluces reposan claros
Rezuman brío
Revelan el omega
Así en rojo
Rojo claro
Rojo saliva,
Rojo celaje alimenta todos los respiros.
Así en un corto incesto entre el ópalo y el azufre,
sufre la calma vigorosa, el mortero de lo exhalado.
Tañen los ríos, tiñen las enramadas,
que arañen, pues, los bejucos las ventanas
Y suba rumiando al sueño una palabra sin papel.
Una lágrima consciente
resbala fugaz
Un manglar de sonrisas se trabaja
tras los cálidos y soberbios cristales
de la tarde madura.
Nace en la CDMX en 1988. Tiene formación en Historia y ha incur¬sionado en actuación. Es poeta y narrador. Aportó con sus textos al programa de radio por internet “el espantapájaros” en 2014 y 2015 bajo el seudónimo de “Hermes Demián” y presentó su trabajo en el programa “Iztaccìhuatl en el sendero de la luna” (2021). Ha participado en diversos eventos, como el 13º miércoles de poesía itinerante (2019) y en el 2º (2021), la “caravana literaria musical: encuentro de escritores de México, Sudamérica y el caribe” (2019), la primera lectura del ciclo poético “El núcleo de la roca” (2020) y en la tercera (2021), la mesa redonda “la poesía hoy y su retorno a la oralidad: jóvenes escritores y campeones del torneo de poesía opinan” en la FIL del palacio de minería (2020), “Homenaje a Enrique González Rojo Arthur” (2021), “Presentación del libro El grito rojo de la noche” en la FIL Orizaba (en línea, 2021), “Lectura de poesía en voz de sus autores” en el festival cultural “Huitzilíhuitl” (2021), “Mesa de lectura” en la FIL del Zócalo de la CDMX (2021), en el XI Festival internacional de poesía Ignacio Rodríguez Galvàn” (2021), en la lectura de poesía “Por nuestro derecho a usar escote” (2022), así como diversos eventos de difusión cultural (poesía) en el Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM. Poemas suyos aparecen en las revistas Blanco Móvil, Verso Destierro y La Piraña México, (2020). El grito rojo de la noche, Verso Destierro, 2021, es su primer libro publicado y tendrá próxima aparición en la antología “Seres abisales. El taller de la noche”.