
De la sección PÁRAMO
COMPRENSIÓN
Cuando te habita un sauce,
el cuerpo se eleva y cae
por una cascada umbría,
y aunque en el recodo
el cauce se hundiera
y resurgiese entre las piedras y el musgo,
la intensidad de la penumbra pronunciaría su paso sin más.
De la llovizna brota otra estela de amapolas,
otra bandera en el humus, una nueva ensoñación,
pero la flor del viento y del agua dulce va también hacia el mar
en un alambre de luz.
DESCANSO
Buscas una rama de encina,
un nido,
o por lo menos la nervadura de una hoja nueva.
En el espejo apenas quedaba un boceto de su piel,
restos del calor de las manos
y un trébol morado bajo la lluvia, el viento y la nevada.
Un mirlo
cruza entre los lirios
y la hierba.
El tiempo se rompe o se congela. Dime.
De la sección LA RAÍZ SE QUEDA EN LOS PÁJAROS
SOMBRAS
Papá, yo quería decirte antes lo del Jardín Botánico
pero acabo de venir del sur y aquí todo es demasiado
grande y me pierdo aún más.
Le decías a mamá que yo había muerto y me llamabas
en el sueño y en la vigilia.
Como un animal me llamabas porque el dolor de perder
un hijo es un eco tristísimo.
Intuías esa pérdida sólo con las vibraciones
de tu primera memoria.
Me buscabas entre los pechos de tu madre pero yo era sólo
tu hijo muerto cruzando el Guadalquivir;
en la barca ibas tú hacia la gran laguna, en mi cuerpo;
era yo una copia de las sombras dulces de tu espalda
en el río, cuando la red cae, el agua se va tan rápido
y los senos quedan vacíos.
Papá, yo quería decirte lo del Jardín, pero, ayer, tú estabas
conmigo cuidando los rosales.
EL NADADOR
Oigo el roce de tu mano.
Nos llevabas ladera abajo,
cuando el sol vibraba en la enramada densa del trópico.
Te sumergías en el río Parángula.
Un destello y una onda fugaz. Mi hermano y yo enmudecíamos
hasta que el lirio flotaba desde lo más hondo de la poza.
Regresas en el aire, con semillas.
Nace la hierba, el musgo, la arboleda,
la puesta del sol en el camino. Entrábamos en la casa
cuando los pájaros de tu mano poblaban el cielo.
De la sección DE REDES Y RAÍCES
ABEDUL
Sobre hojas de abedul escribo: los días se van.
El viento tira las hojas a la orilla del río, a la corriente,
algunas giran en los remolinos y otras se elevan ladera arriba.
Hablo con los árboles como si hablara con mi madre,
o con las muchachas de mi pueblo
o conmigo mismo. Las palabras se llenan de humedad
en forma de rocío,
de llovizna, de chaparrones, de largos días de lluvia.
Con la niebla se abren las ramas y llaman a la luz
del relámpago o a la luz del sol intenso.
Son puentes los árboles y me conmueven todos.
Cada uno me cuenta un secreto y muy leves van saliendo
por mis ojos.
Escribo hacia la raíz cuando oscurece.
EL CAMINO
Era un niño cuando iba al arroyo del Mijao.
Paraba en casa de Delia y en la de Filomena.
Dejaba que me hablaran de sus parientes.
Antes de entrar a la umbría del bosque
seguía oyéndolas al lado del humo de su fogón
o frente a unas ennegrecidas hornillas de kerosén.
Aquellas voces seguían entre la algarabía de los pájaros.
Temblaba con la soledad de ellas y la mía
al doblar la curva, al bajar la cuesta y llegar a la ribera.
Entre las piedras y las lianas nos íbamos borrando en la penumbra.
De la sección EN TU BOCA Y EN EL RÍO
TÚ LO SABES
Tú lo sabes bien, no hay sombras, mi voz es clara.
El sol del sur al mediodía.
Un descampado donde el jardinero deshierba
y pareciera arrancarse a sí mismo
y hacer otra alfombra de hojas y raíces
para que la tierra se ilumine de nuevo.
Vuelve, tú lo sabes, no estás pero lo sabes.
La delicadeza, la intensidad.
Tú lo sabes.
La flor de tu cuerpo.
CELAJES
Escrito con su fuego
o con esta lámpara,
la «a» y la «z» de la raíz.
Tu cuerpo se abre.
Sale del cauce.
Se llena de aire caliente la habitación.
La rosa es el sol y un arcoíris también.
Escribes, llamas y esperas.
La llovizna cae y es azul el brote en tu mano.
Y la boca se abre, cada vez más, y atraviesa el espejo.
De la sección UNA SOMBRA DE AGUA
COSTURA
Tu mano hilvana la colina.
Brota un arroyo en la línea quebrada,
y el viento atraviesa el trigal y la hierba.
Tu mano traza el cielo rojo y el violeta.
En medio de la claridad del crepúsculo,
una ráfaga de sombras.
Llueve a raudales
y los peces se salen del poder de tu mano.
En la cuenca vibran los juncos
y la estela plata del lago, bajo la niebla.
LA CUARTA ESTRELLA
El tiempo son tres estrellas y tú lo sabes.
Hay más y tú lo imaginas y nos miramos.
Tus palabras firmes y elásticas me resguardan del viento
y de la lluvia.
Y esa otra estrella, toma vida propia en el deseo.
Para algunos queda dicha su luz inmensa y múltiple.
Tu también la contemplas y la completas con tus ojos claros.
La vida avanza aunque somos huérfanos de padre
y otros son huérfanos de madre y de casi toda vida,
en el espejo incluso. Pero cuando reaparece esa estela de luz
y cesa la lluvia nos acunamos y volvemos a estremecernos.
David González Lobo (Barinitas, Barinas, Venezuela, 1965). Licenciado en Letras por la universidad de los Andes, Mérida Venezuela y Técnico Superior en Gestión y Organización de Recursos Naturales y Paisajísticos por la Escuela de Jardinería y Estudios Medioambientales Joaquín Romero Murube.
Ha ejercido como Técnico de Actividades Técnicas y Profesionales en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en el Instituto de horticultura Subtropical y Mediterránea, Málaga, y en el Real Jardín Botánico de Madrid, actualmente ejerce como profesor de Lengua y literatura castellana, en La Línea de la Concepción, Cádiz.
Ha publicado los siguientes libros de poesía: No hay casa fuerte (Premio Solar de Poesía), Mérida, Ediciones Solar, 1991; Casa de fuego (selección) en AA.VV.: El Sobre Hilado, Sevilla, El Sobre Hilado y Padilla Libros, Editores y Libreros, 2003; Casa de fuego, Mérida, Mucuglifo-Consejo Nacional de Cultura de Venezuela, 2005; Fragmentos de vigilia, Barinas, Asociación de Escritores del Estado Barinas, 2005; Dulcamara y otros poemas (poesía reunida 1984-2011), Caracas, coedición de Ediciones Mucuglifo y Fundación Editorial El Perro y la Rana, 2012, Dulcamara, Sevilla, Ediciones en Huida, 2013, y Frágiles, León, EOLAS, Ediciones, 2022.
Poemas suyos figuran en Andina, Antología de joven poesía de Mérida, Táchira y Trujillo. Edición y notas de Julio Miranda, Caracas, Fundarte, 1988. También ha participado en diversos eventos relacionados con la divulgación y el estudio de la poesía, entre los que destaca la última edición del Ciclo “Intersecciones”, organizado en marzo de 2009 por la Universidad de Salamanca. Entre 2009 y 2010, realizó para la radio una serie de entrevistas a destacados escritores y poetas, con lecturas de fragmentos de sus obras.
Codirige, con Agustín María García López, Tinta China, Revista de Literatura.