
ESCLAVOS
“Éramos dioses y nos volvieron esclavos”.
Gonzalo Arango
Estábamos hechos de éter,
viajábamos como las ideas
sin mediar espacio ni tiempo,
la luz era lenta,
no hacía falta un otro
sobre el cual proyectar nuestros deseos.
Y un día despertamos en la cárcel de la forma
atados por un cuerpo
incapaz de olvidarse de sí mismo.
LA COLGADA
Mi nombre es Helena y mis apellidos, Restrepo Vélez, siendo el último el primero. Nací patas arriba y enredada en el cordón. Mi vida sin anestesia cargaría con un muerto, aunque ese muerto fuera yo. Los anestésicos han cambiado y siguen siendo importantes para creer que la vida es posible: dormir, soñar, pasar de la teta al tetero, el café, el alcohol, para estar siempre ebrio, como dice Baudelaire, de vino, de poesía o de virtud, y me confundo. A veces me emborracho de amor por la belleza que me despiertan los ahoras, me pregunto si es un defecto. No sé qué es la poesía y no puedo vivir sin ella.
El mundo sigue al revés, o tal vez yo y no logro enderezarme. Patear las piedras con la cabeza y caminar por las nubes ha hecho torpes mis pasos. Todos se esfuerzan por conquistar territorios, también lo intento. Solo piso aire, por más azul que se vea.
Dicen que la tierra gira, según eso, algo debió ordenarse hace tiempo; pero en este vientre estrecho cada movimiento me arrastra y vuelvo siempre al mismo punto: el cielo abajo, el infierno adentro.
HERENCIA I
De mi padre heredé
su porte sencillo y digno,
el tono firme de la voz
que tantas veces me negó
paraísos verdaderos y falsos,
el amor pobre de caricias
y de corazón pleno,
el desgaste de los intentos
de mostrarme el mundo
a través de sus ojos
para que ningún otro
-tonto como él-
me hiciera daño.
Me amo tanto y tan torpemente
sin poder saberlo,
a él también le entregaron
el libro de la vida
con todas las hojas en blanco.
HERENCIA LL
De mi padre vienen a hablarme
canciones con crucifijo
y otras donde confiesa su adoración
por la mujer que aún me trae al mundo.
Escucho el tarareo tímido de su voz
y veo su lágrima que asoma,
orgullosa del tiempo,
desde el rabo diminuto de su ojo derecho.
Hay noches en que me acurruco en la infancia
para buscar su mano
que cura mis dolores de panza o de ausencia.
Como él,
tuerzo la boca cuando digo mentiras o me enojo,
sufro de temblor de hambre,
economizo,
y cuido a esa hechicera de ojos claros y un hueso roto
por la que todavía canta mi padre.
Helena Restrepo Vélez. Nacida y residente en Pereira, adoptada por Medellín durante 39 años. Médico y Cirujano de la Universidad de Antioquia. Libros publicados: Nacer de nuevo (poesía, 2014), Historia de un libro (relato, 2016), Eva se enamora de un fantasma (Poesía, 2018). Poemas y otros textos publicados en revistas como Puesto de combate, Ulrika, La Musa Sonámbula, literariedad y las2orillas. Antologías: Tejedoras de luz (México, 2014), Ave Verbum (España, 2019), Golpes de realidad (Pereira, crónica, 2018) Un travieso sol entre las calles (Secretaría de cultura de Pereira, poesía, 2019).