
ENEMIGO
Intentó borrar mi mente cuando niño,
mandó a asesinarme en un maizal,
buscó que mi música no tuviera sonidos,
buscó que el aplauso no llegara a mi cantar.
Intentó quitarme una mano,
lanzó contra mí todo tipo de mentiras
en vano.
Soy circuncidado, pero no soy judío,
aun así me escupe y quiere verme arder dentro de un horno.
Nunca hice proselitismo bajo ningún entorno
pero lo asume si escribo sobre lo humano o hago
versos por los que sufren en gentío
y desea que me traten como si fuese un ideólogo.
Sigo investigando las ciencias, las artes, la cultura.
Dice que deben ser inventos tantos premios,
en medicina, poesía, música, literatura,
periodismo, nada le cae bien de mis logros académicos.
¿Por qué le amenaza lo mío o mi presencia?
¿A quién o qué le recuerdo?
¿Por qué confunde mi apariencia?
¿Podrá, antes de que el mundo deje, al fin,
comprender
en realidad quién fui?
Usó contra mí lo encantado y lo que encoge,
mandó a arrebatarme en caminos y fincas,
intentó quitar la claridad de mi vista,
intentó detener la marcha en mis relojes,
envejeció en vano esperando mi caída,
la vida a mi alcance siempre me lo pone,
me basta verlo con su maldad vencida.
CANCIÓN DE CAMINANTE
Quiero el más fuerte corazón,
por cien años lanzar mis rimas hacia el cielo,
morirme con satisfacción
de inspirarte a vivir con mis versos,
yo soy soñador
y no tengo remedio.
La voz del caminador
mil sueños repite,
no basta que escuches su canción,
bastante por tu tierra te pide,
yo soy soñador
sin remedio posible.
Decime, cuánto extrañas, decime,
andar por El Cesar sin ningún temor,
muy triste, la montaña, muy triste
cubre con nubes grises tanto dolor,
yo soy soñador
que nada corrige,
y se impondrá tu aspiración.
Te escribo ejerciendo lo más bello,
este hilar, hilar de versos,
caminar de cantador.
Y una luz quisiera encender yo
por cada amigo fiel, amigos que se fueron,
voces, quiero voces de valor
por los que continúan su sendero,
yo soy soñador
y no tengo remedio.
PILATOS
Distinguir un sueño en el sueño,
nada fácil, pero lo he logrado.
Hay que reconocer la mirada de pescado,
la piel ceniza del personaje, el aspecto ajado
de los soñados objetos.
¿El resto?
Estar relajado,
que siga el ensueño.
Esta vez me vi en descampado
pisando ramas de palma
en medio de burros lánguidos sobre el suelo ollado
como cuando un pueblo pasa.
— ¿Dónde está la gente? —pregunté. Apareció un centurión romano
a todas luces ebrio. —Esto fue el domingo— pronunció entonado.
Se parecía a Richard Burton cuando hizo su papel
en El manto sagrado.
El hombre caminó y me fui detrás,
señaló a un sujeto que colgaba de un árbol de totumo.
— ¿Qué le pasó? —me dio por preguntar.
—Por un hombre besar—
dijo. —Entiendo —dije—, cada cual defiende su terruño.
No se me ocurrió otra cosa, pero volví a indagar.
— ¿Era para tanto, colgar al besuco?
—Fue un beso traicionero —me dijo sin mirar.
Preferí no meterme más en el asunto.
Caminamos hasta ver niños sobre rocas,
frente a una mujer aporreada con peñascos.
—A ellos le prometieron multiplicación de pan y ropa,
dijo. Ella fue castigada por gente sin pecados.
Dudé si los ojos marchitos de los muchachos
eran por hambre o por el mundo de modorra.
Le pedí al romano
irnos de allí, no se veía a nadie más,
a pesar
de que había huellas de animales y de humanos.
Llegamos a un sitio donde había cruces, un millar,
y tres crucificados.
Pregunté: — ¿Y estos que hicieron de mal?
—Ladrones. Uno robó y el otro lo fue a acompañar.
Ah, —agregó— aquel fue por asumir delitos que no eran suyos y subió a pagarlos.
—Caramba, de esos hombres ya no se ven —fue mi replicar.
—Por los delitos de aquellos que el domingo lo aclamaron,
dijo el centurión con embriaguez creíble.
Me quedé callado. Había pisadas por todas partes y nadie visible,
y tras la loma se oía una multitud celebrando.
El soldado dijo señalando
con el dedo índice:
—Están en la fuente, allá, príncipe.
Todos se están lavando las manos.
Poemas de Canciones para el camino
HERNÁN URBINA JOIRO. Valledupar, Colombia. En simultáneo con sus estudios médicos también se formó como periodista, ensayista y académico. Por su obra poética y sus ensayos ha recibido varias de las más altas condecoraciones de su país. Recientemente fue designado Miembro de Número de la Academia de Historia de La Guajira. Su más reciente libro es Canciones para el camino publicado por Caligrama.