HUMO | DENISSE VEGA FARFÁN

DENISSE VEGA FARFÁN

POEMA

 A lo mejor hay una línea que sobrevuela la muerte

y respira en el poema.

De pie ante un destino que muge,

los trémulos ojos de extranjero

detenidos en el recibidor.  La espiral de insignias y sellos

que nada dicen de nuestro nombre apenas entrevisto.

Cuando de pronto, sin consultarnos, se nos echa de la vida

con la casa a medio hacer

o la pavesa de lo nunca sido entre los dedos.

Soñando con sujetar lo que veloz y fugazmente bate

en la opacidad del verano

nos confiamos al metal que cede en la hoja,

ligamento de una otredad que libremente gesticula,

agua llevándonos río abajo a una inviolada memoria.

Negados astros resbalan de nuestro índice

-poder incierto de las gloriosas aguas,

satélite ebrio de días siempre inaugurales–

y es nuevamente pura la confusión de los ojos.


PREGUNTAS POR LA SED

Preguntas por la sed.

¿Y qué podría decirte sobre ella,

más que del seco golpe del remo en las domésticas aguas?

La sed que te hace seguir, ingobernable topo,

cada vez más abajo y más adentro

en busca del temblor exacto de tu cuerpo,

dejando tras de sí restos de piel en ruinas,

quebradas garras en el fósil de la hoja.

Devolverte con la primera desnudez a la superficie,

ése es tu sueño.

¿Qué podría decirte?, ¿si precede o no

al desgarrón de nuestros padres,

o está la respuesta en los innumerables astros?

La sed por la que sabes medir la noche y sus poblaciones,

el alba y sus apariciones reptantes.

Ésa que te usurpa el nombre al final del poema

y ofrece devolvértelo en la continuación de otro,

para nuevamente arrebatártelo y esconderlo

en una letra aún más profunda.

¿Qué podría decirte sobre la sed?

Tú que tienes, como yo, la frente hundida en las arenas.


NACIMIENTO

 Luces de colores: perseas, líridas, desciendan sobre mí.

Chorro estelar, eyaculatorio: no soy aún una posibilidad.

Las milicias paternas persiguen el sol de mi madre

que se posiciona central, en el dínamo de una negra galaxia

que apaciblemente ignora.

Solo una duda, la que ella califique menos peligrosa, alcanzará su núcleo

y la multiplicará hasta hacerla crecer como un bulto carmesí en sus entrañas

que, luego de madurar lo suficiente para enfrentar los duros climas del orbe,

habrá de expulsar evitando que la mate.

Luces de colores: me alimento de sus mejores zumos;

abandono mi gelatinosa condición de mancha en la intermitencia inaugural.

El raudal de silenciosos sismos que preceden al nacimiento

o una mejorada versión de saurio –eso se pretende-

hace su nicho en el hangar de mis células.

¿Y el órgano de Poesía?: indetectable al transductor.

¿Desde qué cálculo audaz de esta ingeniería

-que me talla el mural de mis predecesores-

viene replicándose esa invisible molleja de fauces y palabras,

que me resumen escribiendo aquí ahora?

Madre acaricia la redonda superficie de su anhelo,

la luz del mundo golpea su techo prolijamente cableado,

por donde la vida insiste con su lenguaje de ostra.

Es hora de salir, dice la luz, con suavidad, a veces con violencia.

Pero yo duermo.

Luces adentro abrazo la incertidumbre de no saber qué soy:

¿un meteorito, una tumoración?

¿Será por eso que no salgo y su lecho pélvico me envuelve más y más

como una reserva de proteínas contra la hambruna?

Esas puertas por las que pasó pitando el deseo

no ceden paso a su última transformación que soy yo.

Un delgadísimo corte, ojo de lince previo al zarpazo, me asoma.

Luces de quirófano: el mundo intenta controlar su hemorragia

desde que fue mundo,

se coloca guantes de polietileno para simular asepsia

y no dejar rastro del zarpazo que me despierta

a su celada.


HUMO

Sierpes naranjas abandonan las chimeneas

asaltan el cielo hasta liquidar toda pretensión de nube.

Cansada de errar la trayectoria, una garza se cierne

sobre los restos del mercado: cáscaras, entrañas de pollo

que no resistieron el comercio de los pobres.

Mañana intentará migrar de nuevo

si acaso el cortinaje de humo le cede una ventana.

Saca su cabeza desgreñada de la basura

como intentando tomar oxígeno para un nuevo embate.

Desiste, aturdida.  El humo la termina de fundir:

un amasijo de plumas sin álulas.

Quisiera saber en lo que me he convertido

vadeando en estos gases todos estos años,

si alguna vez fui una garza que sabía bien la dirección,

leer los vientos favorables, distinguir el hedor

de lo que se descompone.  E imagino

que no es pescado lo que queman esos hornos,

sino alguna necrosis que cedimos inadvertidamente

a modo de tributo.  Me envuelven las sierpes,

ajustan sus correas, constriñen mis órganos, me cascan la sangre

hasta demandar que expulse algo por la boca

que quizá sea yo misma.  Contengo la arcada,

le obligo a luchar con la sola, herida fe de su negativa.

Le digo que afuera o adentro es lo mismo,

algo nunca deja de eviscerar sobre nosotros.

Entonces ceden, o es que ya me he vuelto humo

de otro incendio.


Fiesta: el mundo ha explotado como una burbuja de cianuro.

Agitas serpentinas de colores para declarar que aún sigues vivo.

Acudes diligente al trabajo.  No sales hasta no cerciorarte de oler como cabra.

Echaron a alguien antes de ti.  Dejó su olor de artiodáctilo,

la moldura de su culo en el marroquín del asiento.

Te hundes hasta que la silla reconoce la cocción de tu cuerpo, su escaldadura.

Digitas hasta que las palabras se vuelven el mismo discurso.

Fiesta: el mundo ha explotado,

el confeti de sus vísceras te salpica en el rostro.

No lo adviertes, aplicado en lograr la densidad de tu engrudo.

Te limpias cual si fuera el sudor de la jornada.

Te limpias, y tu rostro queda desmasillado en el pañuelo.

Ahora te echan.

El nuevo artiodáctilo siente tu olor y lo rechaza.

Pasa horas bajo el chorro fuerte de la ducha,

hasta que ya no se baña,

protegiendo la grasa de su naciente piel rumiante.

 

De “Fiesta” (Alastor Editores, 2021)


 Denisse Vega Farfán (Trujillo, 1986) Poeta.  Autora de los poemarios “Una morada tras los reinos” (Centro Cultural de España & Lustraeditores), con el cual obtuvo el “Premio de Poesía Joven del Perú en el año 2008; “El primer asombro” (Animal de Invierno & Paracaídas Editores, 2014); y “Fiesta” (Alastor Editores, 2021), ganador del Premio Luces 2021 en la categoría de “Mejor libro de poesía”.  Ha publicado en otras lenguas “Une demeure après les règnes” (Paracaídas Editores, 2013), así como una edición en México de “El primer asombro” en el año 2019 por la editorial Proyecto Literal.  Poemas suyos se encuentran traducidos al inglés, francés, chino, italiano, alemán y finés, apareciendo en diversas antologías y publicaciones especializadas. 

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