LA MEJOR RELIGIÓN POSIBLE PARA LA CARNE | SERGIO MARENTES


FLAMA TAN FLEMA

Se dijo un día que a nuestras tierras llegaría un semejante
que, precipitado, aparecería en busca de todos los hombres
para hacerlos sus aprendices, sus discípulos, huellas y testigos.
Fueron muchos los que, mudos, lo siguieron hasta desfallecer,
saboreando por horas su sabiduría sin afán y de talle imparcial.
Excitada, ceremonial y de culto, yo acudí a su sermón un día
con atavío de fiesta y facha de mujer magnánima y decente.
Y oliéndolo, como una perra en celo, me senté frente a Él,
plena, y me sentí feliz y muy llena cuando su sudor me salpicó.

Todavía no me bañé su sudor de esta piel que es la suya,
su patria lúbrica.


CONSORCIO COMO CULTO

De los amores verdaderos se ha hablado desde siempre,
unos por envidia carnal y otros por angustia existencial.
Del nuestro se dijo, por ejemplo, que era del sucio Satán,
que el mismo Dios debería estar avergonzado y fúrico,
y que sólo nos merecíamos el infierno férvido del exilio.
Con todo eso decidimos enlazarnos todavía más fuerte,
desposarnos en la santa unión, como nos manda Dios,
ser parte del arte abstracto de la familia logrando hijos,
techo, y el amor de Dios, un padre que lo perdona todo.

Hicimos de nuestra vida una nueva devoción,
la mejor religión posible para la carne.


RECONCOMIO ROSADO

A Él, mientras nos hablaba de las profecías y de nuestra salud,
se le veía tembloroso y amainado, como un cachorro mojado.
Siempre nos habló de aquellos profetas, los más emprendidos,
los que se entregaron ciegamente a sus tantas visiones ufanas
y, paradójicamente, lo vieron sufriendo justo antes de su pasión.
Mientras Él nos amonestaba nosotros lo veíamos corrompido,
siempre rascándose el cuerpo, y sobre todo en la entrepierna.
Una noche, en su ebriedad, lo ausculté a fondo y se me pareció,
aunque poco, a mis llagas, a las de mi vagina que nunca sanaba.

Contagié a mi señor por fin,
y fuimos así, rojos, los dos.


CONSTREÑIR LA SOLEDAD

Y así, María Segunda, La Débil, empezó su áspero mandato.
Una incipiente delegada legal del reino de Dios en la tierra,
con mayores rivales que adictos, como las buenas mujeres,
gracias a que, por aquellos tiempos, de los doce, quedaba
sólo su madre, sorda, ciega, muda y, además, loca de atar.
Todos los borregos del rebaño ya éramos negras y su ideal
fue volver claro el oscuro y dulce lo salino, malo lo bueno.
Su primer mandamiento, para salvar, fue cubrirle los ojos
a aquellos que veían a Dios en las cosas y en los alimentos.

Ver a Dios a los ojos fue tentación y pecado mortal,
pero duró poco.

De Llagas en la vagina de Magdalena


CUALQUIER HORA DE CUALQUIER DÍA Y CUALQUIER NOCHE, 4500000000 A. C. SEGÚN EL CALENDARIO GREGORIANO

Dios salta debido a un reflejo causado por la colisión de las dos masas.
Moldea los sobrantes imaginariamente, como todo lo que sabe hacer. Luego, desconsolado, lamenta que la gravedad sea más artista que él, y que haya creado dos esferas para los próximos cinco millones de años.


MAÑANA DE CUALQUIER DÍA, 5360 A. C. SEGÚN EL CALENDARIO GREGORIANO

Dios aplaude la casualidad de la perfección y agradece la perfección de la suerte. Por un momento, y por primera vez en su corta historia, se embebe en el infinito. En el centro del primer círculo imperfecto de la historia, y el último de su memoria.
Cuando reacciona, es tarde, porque ya existe uno tan bien hecho que incluso rueda, y entristece mucho, porque no es capaz de encontrarle una sola arista qué bautizar.


MEDIODÍA DEL 17 DE ABRIL, 1600 D. C. SEGÚN EL CALENDARIO GREGORIANO

Dios agradece a los dioses no tener que haber emitido voto alguno en contra de la sustracción de todo un pueblo. Pero agradece más que haya quién lo represente en la tierra, a su mano dura y a su injusticia ya legendaria.
También que la humanidad tenga memoria de gallina, y que sean una gallina.


NOCHE DEL 9 DE NOVIEMBRE, 1989 D. C. SEGÚN EL CALENDARIO GREGORIANO

Dios quiere sacarse los ojos y conservarlos en formol, pero se dice a sí mismo que va a esperar un trozo más, con cada pequeño muro que cae se extiende su alegría.
Se debate entre el morbo sucio de querer congelar el momento y vivirlo gota a gota.
Sabe que cada lágrima que hay tiene su propia historia.

De La diferencia entre invento y descubrimiento


SERGIO MARENTES. Narrador y poeta bogotano. Fundador de colectivos artísticos y poéticos. Integrante de los comités editoriales de diferentes revistas y colectivos. Colaborador de diversos medios digitales en el mundo. Siempre ha logrado escabullírsele a las garras del sistema para no tener que ganarse la vida escribiendo. Es difícil de encontrar, nunca duerme y, siempre, está escribiendo algo. Algunos de sus poemas y cuentos han sido traducidos al inglés, al francés, al italiano y al portugués.


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