
La orilla violenta
Dispuestas a unirse, a reconciliarse para la destrucción del cuerpo de nuestra casa,
Inmutables son las tempestades.
Una se alza sobre mis talones, cuando apenas la noche se disipa,
Exigente, sedentaria, segura de sí misma.
La otra, que gusta de huir, hace rodar hacia nosotros monstruos hechos papilla y los proyectos humanos.
Antes de que comenzase la vigilia de los milenios
Los habitantes de Pascua supieron que sus escultores, que tallaban en la isla,
Estaban abriendo ante los muertos las puertas del mar.
Ya no tenemos muertos, ni espacio;
Ya no tenemos los mares ni las islas;
Y la sombra del reloj de arena sepulta la noche.
«Vuelva a vestirse. El siguiente.» Ésa es la orden.
Y el siguiente somos también nosotros.
Revolución que un astro modifica,
Con las manos que le añadimos.
Los soles canoros
La desapariciones inexplicables
Los accidentes imprevisibles
Los infortunios quizá excesivos
Las catástrofes de todo orden
Los cataclismos que ahogan y carbonizan
El suicidio considerado crimen
Los degenerados intratables
Los que se enrollan en la cabeza un delantal de herrero
Los ingenuos de primera magnitud
Los que colocan el féretro de su madre en el fondo de un pozo
Los cerebros incultos
Los sesos de cuero
Los que hibernan en el hospital y conservan la embriaguez
de las ropas desgarradas
La malva de las prisiones
La ortiga de las prisiones
La higuera nodriza de ruinas
Los silenciosos incurables
Los que canalizan la espuma del mundo subterráneo
Los enamorados en éxtasis
Los poetas excavadores
Los que asesinan a los huérfanos tocando el clarín
Los magos de la espiga
Imperan temperatura benigna alrededor de los
sudorosos embalsamados del trabajo.
Remanencia
¿Qué te hace sufrir? Como si se despertara en la casa sin ruido
el ascendiente de un rostro al que parecía haber fijado un agri0 espejo. Como si, bajadas la alta lámpara y su resplandor
encima de un plato ciego, levantaras hacia tu garganta oprimida la mesa antigua con sus frutos. Como si revivieras tus fugas
entre la bruma matinal al encuentro de la rebelión tan querida, que supo socorrerte y alzarte mejor que cualquier ternura.
Como si condenases, mientras tu amor está dormido, el pórtico soberano y el camino que lleva a él.
¿Qué te hace sufrir?
Lo irreal intacto en lo real devastado. Sus rodeos aventurados cercados de llamadas y de sangre.
Lo que fue elegido y no fue tocado, la orilla del salto hasta la ribera alcanzada, el presente irreflexivo que desaparece.
Una estrella que se ha acercado, la muy loca, y va a morir antes que yo.
René Char (L’Isle-sur-Sorgue, Vaucluse, 14 de junio de 1907, París – 19 de febrero de 1988) poeta francés del siglo XX y miembro de la resistencia francesa
En 1928 publicó Cloches sur le coeur, una colección de poemas que destruyó poco después. En 1929, visitó París y conoció al grupo surrealista de André Breton, René Crevel y Louis Aragon y en 1930 firmó el Segundo manifiesto surrealista, así como panfletos que criticaban el colonialismo francés y defendían el movimiento revolucionario español. Posteriormente publicó Marcha lenta, en colaboración con Breton y Éluard. En 1934 publicó Le marteau sans maître, El martillo sin dueño, de estilo surrealista y rico en imágenes exuberantes, poemas a los que puso música Pierre Boulez en una pieza que fue interpretada por vez primera en 1955.
Se alejó del Surrealismo con Afuera la noche es gobernada (1938)
Durante la ocupación de Francia por los alemanes, se destacó como capitán de maquís en la resistencia, y allí aprendió, según él mismo dice, “a amar ferozmente a sus semejantes”. De esta experiencia en la lucha clandestina surgió su gran obra poética “Páginas de Hypnos”.
El sol de las aguas (1951), Búsqueda de la base y de la cima (1955), sin duda su libro ensayístico más importante, traducido por Jorge Riechmann en el año 2000 y constituido por una urdimbre de poemas, fragmentos, aforismos, semblanzas y textos para los que no cabría otro calificativo más adecuado que el de indagatorios, ofreciendo un poderoso diálogo entre el arte, el pensamiento y la acción. Obras posteriores son:Común Presencia (1964), Vuelta atrás (1966) y La noche talismánica (1972) y Aromas cazadores (1975). En 1983 se publicaron sus Obras completas en la Bibliothèque de la Pléiade. Fue nombrado Caballero de la Legión de Honor y Oficial de las Artes y las Letras. Recibió la Medalla de la Resistencia y la Cruz de Guerra. Gran parte de su obra ha sido vertida al español por Jorge Riechmann y otro poemas de gran belleza y profundidad por el también poeta Aldo Pellegrini.