
II
Patibulario, patíbulo.
El bosque oscurece en mis manos como un juego de sombras y conceptos. Serpiente renacida en una carre- tera interestelar
con estrellas de crema batida y gritos quebrados y puré de batata resplandeciente.
Como pronunciar Polaris y recorrer 434 años luz de distancia mientras escarbas en el jardín.
Érase una vez una velocidad de astronómicas distan- cias que arrancaba la piel de la memoria o una insola- ción de arena y conchas de mar o un diálogo entre es- píritus atemporales.
La navegación celestial es sencilla si usas una máscara de venado —lo escribiste en las pirámides solares y te programabas en recuerdos nocturnos y tragedias oníricas de sombreros de fieltro.
La historia y esa seducción melancólica regida por las cenizas, el tiempo como relicario de la pura subjetividad perceptual o las ventanas de un bungalow en Florida.
También, lo notaste en la televisión, notaste la pista de aterrizaje y las líneas misteriosas. Las líneas misteriosas la visión quebrada que te guarda.
Estoy rodeada de pinos uniformes, todos con tres almas.
Paniqueo.
Yo no tengo tres estómagos. Tengo cinco para rumiar las horas en una habitación traspasada por el murmullo plástico de las persianas.
Mi mirada se estrella contra
la sombra
de los pinos.
VI
Torre de seguridad babeliana
elipsis de sentido / sistema solar espiritual
leo toda una metafísica de los cuerpos celestes en esta sala abarrotada de pacientes que juegan Pictionary.
La enfermera dibuja una zebra
risas cáusticas
la tiza dibuja el espacio de las soledades, el tiempo abraza la naturaleza de esta actividad recreativa: equilibrar los cuerpos en el mal y en las nervaduras del cielo
o un atajo hacia la cerveza en la despensa de un apartamento de esquinas ilegibles.
Recuerdo una pared azul, una computadora y una llave retenida en la sala de artículos personales. Después del tradicional striptease encontrarás una cuadra de fallas re- nales y, en una esquina, tres intervenciones quirúrgicas de artificios difíciles y parrafadas a domicilio, probablemente, una técnica para hallar tu rostro en los sellos postales. Venopunción de sobres amarillos.
En un país no muy lejano
cualquiera ofrecería su reloj a cambio de una muesca de jabón.
Cuando es mi turno dibujo una playa
la calidad del trazado es lamentable
apenas alcanzo a esbozar un sol, el mar, y una breve fracción de arena.
Todos adivinan de inmediato y lamento no tener oportunidad de dibujar
una sombrilla
Asuntos de la inmaterialidad metaindustrial, el sobreprecio en las maletas, las chayotas cristalinas en los bolsillos. Están prohibidas las llamadas a otro estado. Paraestado. Gelatina —empezó a gritar la enfermera. Cruzó su remolino de cabello con un lapicero.
Y ahora el cuido
el cuido que desprotege
el cuido que persigue con el látigo
el cuido que agita las manos
y rompe
el día
el cuido de las pastillas que enferman
el cuido de los doctores que golpean con un rolo el cuido.
Un amigo renació cuando fue sepultado bajo la nieve
examinado por la beatitud de los meteoros, el terror y el tedio de liberarse de la memoria. El silencio de los edificios de líneas modernistas, de las fotos digitales, de todos esos píxeles + la exacta definición de los errores en tu perfil.
Los correos electrónicos que son borrados para siempre representan un verdadero suicidio estético,
la visión beatífica de las diosas es la visión de la muerte las ideas pesan mucho, eso es lo que pasa
una zebra es una mueca con un sentido sardónico de las estepas.
Pedazo de tiza nostalgia de borraduras.
VIII
Algunos tuvieron un susto de muerte. Suspenso rosa.
Floto en la playa mientras pienso que «Mariana» es el punto de mayor profundidad en el océano. Suspenso. Esto es una ciudad de videos y no una de discos quemados. No en vano Tampa, por un tiempo, fue la capital del death metal y la comida cubana. Intercambiamos signos toda la noche. Nadie lo había hecho tan horrible en la historia de las lámparas de techo. Era una forma de hieros gamos un matrimonio sagrado con un bombillo roto
los antiguos habitantes de mi país usaban guayucos, tiras de tela que oprimían la carne y que, al tensarse, generaban rollos en la piel. Por eso es una novedad comprar en Brooklyn (salvo por el control de cambio de la moneda nacional). La estética de la colonia consistía en tirarse sobre una cesta de ropa limpia, no obstante, los indios reelaboraban la moda europea con sus tinturas naturales, llevaban las líneas de un saco pintado sobre el pecho durante un desfile solar. Terapia correctiva. Regeneración con remotos y únicos paralelismos.
Camino de imperfección, el hombre dormido en el estómago de la ballena. Corsario solar
esqueleto de luz
destellos de vértebras modernistas esta hamaca en el jardín.
La historia es el despliegue de la temporalidad de la idea. El pliegue de la memoria corriéndose sobre todas esas palabras.
relicario conceptual
o ritual de sílabas quebradas.
Para ser un chamán tienes que morir primero, tienes que hacer un sacrificio. Vestirte de algodón. Perder una parte del cuerpo para recuperar la memoria. Disco duro del alma del mundo.
Comprar varias prescripciones de ansiolíticos y quesos de triple crema.
Luego, tienes que regresar de la muerte. Es una tarea difícil, son demasiados pasos, es lo que explican los antropólogos.
Puedes perderte. Caminas entre las nubes y eres un co- llage de enunciados, figuras, recuerdos o una línea del recuerdo que se perfiló en un rastro genético. Bruma. A veces fuiste una cosa puesta a la orilla de la playa, un souvenir, y hasta una estatua para tomarse una foto.
Un fondo de otra cosa
no sabías de qué.
Los turistas tampoco lo sabían
solo caminaban a tu alrededor
como perdidos.
Tal vez eras el pirata gigante del Paseo Colón,
un pirata de cerámica que tenía amarrada a la cabeza una pañoleta roja con lunares blancos. Una estatua pintoresca que recordaba a calamares fritos y hasta un souvenir corriente de ningún país.
Un raspado de hielo seco
o todo ese dolor del granizo
un no lugar
en realidad —te lo tengo que decir finalmente—
te parecías más a las muñecas colgadas en los árboles de las diosas lunares. Pero tú estabas en Puerto la Cruz y solo tenían hilos de plástico
esos hilos que son para pescar, nada extravagante como pinos o cordones de cortinas de telas costosas o hasta una cuerda corriente.
Una bolsa de plástico negro.
Cuando no hay bosques se procesa otra clase de economía simbólica
la sombra
creadora
ha terminado diseñando para mí
un corset espiritual
decadente, me encanta la palabra decadente,
a veces solo a veces
conservas una foto, sostienes una chaqueta blanca no sabes porqué
hace tanto calor.
Tienes alredededor de cinco años.
La bahía dibuja buques petroleros y gaviotas sucias. Se trata de una foto familiar
la familiaridad de la arena enceguece.
XV
Gato
y el ordenador de esta galaxia se refiere siempre a mí con palabras obscenas. Ayer mismo le preguntaba si su constitución era de diosa o de monstruo interestelar. Me miraba desde la pared
desde el afiche
exactamente eso es la cultura impresa,
un recuerdo de hace siglos pegado en la pared.
He estado pensando en Ifigenia,
en la carta de navegación del venado.
Hay todo un bosque de por medio e imágenes translúcidas. Una corte y ocho empleados para servir el banquete. Colocar una piel de venado en el depositorio del sacrificio, dos puntos y sustitución de utilería del espíritu un corazón de ciervo a cambio de un corazón humano. Tantos cartílagos, cortes imagínicos. Naves.
Por cierta oscura relación, un filósofo danés
reflexiona sobre la relación filial. Abraham debe materializar el asesinato de su hijo. El hijo de la promesa.
El drama se afinca sutilmente en la idea asombrosa de luchar contra Dios.
Ifigenia es griega y Agamenón no termina de sacrificarla son aventureros, los vestidos vienen directamente del probador y la tempestad es lo divino, no tienen narices de halcones y nombres de plumas como Johannes de Silentio.
En ese rincón del mundo el hijo sacrificado o la hija con el cuello de cisne son contenido clase A en materia de dibujos animados. El cisne blanco no es un sublime objeto inalcanzable. Es un sacrificio con pies también y resulta ridículo en el teatro de la crema batida, enrollado en una pequeña caja de cartón,
con los bordes salpicados de chocolate,
una pequeña caja tirada en el paseo de los veleros.
La madre de Hans Christian Andersen fue enviada a la cárcel durante una semana por permanecer soltera y engendrar tres hijos no reconocidos por sus padres.
Los familiares de Gregorio Samsa aventaron una manzana contra su torso
cuando notaron que se incrustó en su cuerpo de insecto, la dejaron pudrir por siempre.
Es la receta de pastel de manzana de Praga.
No tienen plátanos dulces y la profundidad de ese argumento podría aparecer en el horizonte rajándolo todo como el filo de un cuchillo. Rompiendo el fondo de la realidad cotidiana y las ventanas de Santa Mónica y entonces no aparecería Caracas moviéndose en una variación de árboles verdes.
El tropo universal del hijo podrido como un cucurucho de pastelería.
Había pasado tanto tiempo y no había pensado en esto. Desde mi abuela, sentada ante el mantel blanco, recomendándome que debía comer pickles. Una señora viejísima escuchando el canto de los pájaros, sus trinos. Pronunciando el nombre inédito de los pájaros. Pegada a la ventana. Sweater deportivo y pastillas multicolores.
Luego, comí lechuga durante mucho tiempo, fue una idea terrible. Ella no comía lechuga nunca.
Estaba confundida.
Todo lo que nos rodea son atributos de Dios.
Dios es un risk manager, buscamos un risk manager.
Piensa en matemáticas. Ojo de polilla, mariposa de calavera. Sabuesos marrones con becas de entrenamiento: —Patrocino las salidas del sabueso de la jaula.
Dos veces al día.
A las cuatro lo saca su dueña. Un perro requiere de metodología
es importante establecer la utopía del orden, o una idea robada. La personalidad de Jack se ha atemperado. Permanece en posición de descanso. Se sienta y contempla las paredes, rosca oscura. Dos veces cada día intento reconducirlo a la jaula. Me odia e intenta evadir el momento siempre que puede. Ayer toqué una canción con el móvil del patio, el de las flautas de metal, y entró a la jaula voluntariamente. Rosca y sonido del viento. Bolsas de bocadillos de tocineta para cachorros esparci- dos por los mesones de la cocina. Huesos de juguete. Peluches que emiten pitidos cuando los pisas o estrujas esas poéticas del plástico cuando los almohadones adquieren las formas de las ovejas.
Calliphora vicina es la especie de mosca más importante en el campo de la entomología, porque es consistente con el arribo y la colonización del cuerpo después de la muerte.
Azul, gris metálico en el abdomen y el tórax. Brillantes y naranjas mejillas
la diferencian de Calliphora vomitoria.
Debí haber comprado más ropa, le dije a la terapeuta. Solo pensaba en la biblioteca. Estaba ensimismada.
Y la paraphilia
en el diccionario la definen como un intenso atractivo sexual por situaciones, objetos o individuos atípicos. ¿Situaciones como andar bajo la lluvia o ponerte crema en los pies?
Despiertas de la dieta de un milenio.
Tardes en la gótica Florida,
caminar bajo el sol y recordar aquel libro sobre el náufrago, el cuerpo seco del hombre delimitado por todo este musgo español. Cabeza de vaca, un nombre que suena a destrozos, a mordaza salada y al liquen que cae de los árboles. —Contempla sus pensamientos deshidratados y la sal carcomiendo su piel en tonos rosáceos, esa imagen hundiéndose en la arena.
Recuerdo aquel otro libro de piratas y abducciones, el escrito por Sigüenza y Góngora, el que iba de las desventuras de un carpinterito secuestrado por piratas británicos y arrastrado hasta las Filipinas. Picaresca absuelta, un testimonio como parte de una gesta anti-piratas mientras que los intermedios del prólogo describen al estudioso barroco observando un cometa en México. Transi: efigie del cuerpo en descomposición
o un tropo de la edad media rodeado de insectos que corroen la carne.
El filósofo dijo: no puedo enviarte mi explicación de la palabra romántico porque abarcaría 125 páginas y eso es demasiado.
Todo en mi vida ha sido transi.
La bisabuela me heredó sus pupilas de pájaro. Nadie entiende las ciruelas opacas bajo el maquillaje, desaparecen entre la mantequilla prohibida por las ideas de los nutricionistas de las revistas. El queso alto en grasas estaba desterrado de la nevera de mi otra abuela. La sombra de lo que no se hace. El cadáver de la imagen de la imagen. El cadáver de mi abuela ocupando mi sombra, una sombra de espinacas frescas.
El perro brinca a mi alrededor. Sus uñas se deslizan por mi abrigo nuevo
arrancan todos sus hilos. Detesto ver los hilos blancos destruidos. Un gato constituiría una presencia demasiado terminante. No sabía que Dinamarca era una frontera entre Noruega y Alemania. No escuchaba nunca. Imperio de edad media. Escandinavia de bolsillo y vestidos color vino en las fotografías de las mujeres de mi familia. Esto aparece también en el diccionario.
Ahora que lo ha aceptado, quisiera comprar una vaca y ser como ella.
En Massachusetts son comunes los cuadros de ballenas. La abuela de mi esposo pintó uno, se trataba de un paisaje costero
aparecía una ballena casi muerta en la arena
personas con chaquetas impermeables corrían desde la autopista hasta alcanzarla. Yo morí de la risa esa mañana. Es posible que los colores vivos de las chaquetas tuvieran la culpa.
Pastelito, tu figura es la de masas de mantequilla rellenas con crema.
Las mejillas cayendo alrededor de la cara, islotes de brillo cobalto.
Te ha gustado comer siempre la comida de los indios y el arroz de los portugueses
y hasta has masticado la política francesa.
A pesar de eso adoras los piratas,
la idea de los piratas con patas de palo. Prótesis para cyborgs pero de madera.
O aparatos correctores con trabillas de cuero para aprender a caminar.
Poemas de Ahorcados de tinta CAAW Ediciones, 2019
MARÍA DAYANA FRAILE (Puerto La Cruz, Venezuela – 1985). Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Obtuvo una maestría en Hispanic Languages and Literatures, en la Universidad de Pittsburgh. Su primer libro de cuentos, Granizo (2011), recibió el Premio I Bienal de Literatura Julián Padrón. Su cuento Evocación y elogio de Federico Alvarado Muñoz a tres años de su muerte (2012) recibió el Premio Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores. Escritos de su autoría han sido incluidos en muestras de narrativa venezolana como: Antología del cuento venezolano de la primera década del siglo XXI, editado por Alfaguara, y Dossier de narradores venezolanos del siglo XXI, editado por Miguel Gomes y Julio Ortega, publicado en INTI (Revista de literatura hispánica). Actualmente reside en los Estados Unidos.