
RECONOCER
el sufrimiento es más didáctico que la felicidad
E. Sábato
Aceptar que estoy herida
solo un poco,
y que no depende de mí
más que tomar el brote incipiente
que se protege cauto de la duda.
Guarecerme en la introspección,
en el acto revolucionario
que me permita ver la luz,
cuando otra vez sea mayo
y tierra y piel, despierten
sus esperanzas de agua.
Reconocerse uno más,
adherido a la esperanza anónima
y dogmática de las estadísticas.
Del poemario Migración a la esperanza (2015 y 2021)- Poiesis Editores
DÁDIVA
Que el miedo
no sea más grande que la esperanza
y resignarse,
más grande que crear un destino.
Que siempre llueva luz
desde las cornisas de la poesía
y libere de la estela ingrávida
que sostiene mi nombre.
Escrutar entonces
los designios inmutables del asfalto,
donde la falta de magia y de locura
dibujan zonas de seguridad
para los faltos de fe.
Que desde esta ciudad
donde he soñado palabras
y orbes infinitos,
donde he tendido columpios de soledad,
espacios en blanco y sus bombillos,
la dicha se mezcle con el smog
y nos llene el entorno y los pulmones.
Que los péndulos de mi reflexión inconforme
no detengan sus murmullos
que salpiquen de arte
y de metáforas,
edificios y parques
convertidos en conjuros sensibles,
capaces de estremecer el cemento
que poco a poco se fue adueñando
del corazón humano y del tiempo.
Del poemario Perspectiva de la ausencia (2017)- 2do Lugar del Certamen Literario Bruna de la Universidad Nacional, Sede de Occidente, Costa Rica
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Mi sombra, halo doliente,
de todos mis pecados y silencios,
camina despacio delante de mí
deslizándose por entre esta maleza
de espinas y desaciertos
donde tu nombre
es laberinto del que no logran salir
algunos de mis cuestionamientos más profundos.
Este muelle de mi pecho,
enclave de angustias somatizadas
donde mis ojos
depositarios de todas las verdades mancilladas
e injusticias,
han guardado el mutismo de mi omisión,
sólo para exprimirme la garganta
y estrangularme el aire
en una apnea.
Miro, reconozco,
callo mi consciencia
cadalso sobre el que exhibo mi nulo accionar,
mi sometimiento dilatado, deforme,
similar al de terceros
que con el mismo comportamiento,
se deslizan exentos
sobre las contradictorias aguas de la moral y “lo correcto”.
Impunes
con el silicio del olvido
que pronto nos conforta y exime,
hasta que la cercanía de una verdad
desconocida nos recuerde
el sufrimiento de nuestra propia carne
y la herida que ostentan invisible
también los otros.
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Es una especie de motín orgánico,
una rebelión clandestina de mi psique
en concordancia con la indocilidad que profeso
a modo de cualidad.
Exhibirla me adiciona un peso inmanejable,
constante en lo molesto de lo no resuelto.
Carente de una forma efectiva
de llegar al génesis embriónico
donde el cableado nervioso y el tacto
comparten origen
redundo en la incapacidad
para el manejo de ciertas
simbiosis psicológicas.
Mientras llego a la orilla
donde brilla la simpleza lógica
de lo sencillo que era solventarlo
me descascaro de cortezas y musgos blancos
me camuflo, repelo, protejo,
me defiendo desde el tacto
en carne viva
ante el sentimiento no verbalizado
pero significativo y contundente
en esta historia personal.
Del poemario Transgredir (se), (2019) Ediciones Torremozas
Marianella Saénz Mora. San José, 29 de noviembre 1968. Graduada de la carrera de Turismo UMCC- ULACIT. Ha publicado en Costa Rica: MIGRACIÓN A LA ESPERANZA (2015), PERSPECTIVA DE LA AUSENCIA (2017) con el que obtuvo Segundo lugar del Certamen Literario Brunca de la Universidad Nacional en 2015 y recientemente en Madrid, su poemario TRANSGREDIR(SE) (2019).