
Desde Ablucionistas, recordamos hoy a nuestra querida e inolvidable amiga y Curadora de esta revista, la magnífica poeta argentina Marta Cwielong (1952 – 2021), quien partió hacia la eternidad, hace ya un año. Marta, con sus versos contundentes, breves, despojados, de dolor contenido, muchas veces directos, lacerantes; en otras ocasiones elusivos, sugerentes, nos legó una obra poética exquisita y magistral. Ella nos acompañó con su sabiduría fraterna, en este proyecto editorial; y también en las lecturas virtuales del grupo Poetas sin fronteras/Ablucionistas, iniciadas en abril de 2020, en el marco del comienzo de la Pandemia. En esos encuentros, ella leía con su voz pausada, intensa, sentida, unos poemas sutiles, que siempre nos conmovían.
Además de poeta, fue editora de una importante trayectoria en su país, también realizó una extraordinaria labor como gestora cultural y en la coordinación de talleres de escritura; aunando a todo esto, un comprometido activismo por los derechos de las mujeres y de la ciudadanía desfavorecida.
En todos los que la conocieron, dejó un recuerdo entrañable, tal es el caso del poeta argentino Jorge Boccanera, uno de sus grandes amigos, quien dijo sobre ella, “Hay personas que le sacan brillo a algunas palabras. Me refiero a Marta Cwielong y a términos como solidaridad y generosidad, que en ella encarnaban una alegría compartida…”; y así, otra poeta argentina, Graciela Perosio, expresó, “… pensó en los demás hasta el final. Era de esos seres que te reconcilian con la humanidad”; (los testimonios citados, fueron tomados de: “Adiós a Marta Cwielong (1952-2021), poeta bonaerense”, por Daniel Gigena; en www.pagina12.com.ar, 14/05/2021).
Aquí, presentamos este homenaje, con la publicación de una selección poética, de su memorable y necesaria poesía. Al final de la muestra, compartimos del poeta mexicano Carlos Wilheleme, un sentido y conmovedor poema que le dedicó, escrito tras el fallecimiento de su amiga.
Por todo esto y más, querida Marta Cwielong, estarás siempre presente con nosotros en el afecto, poeta hermana.
José Luis Ochoa, Curador-Editor.
este hábito
de despertar cada mañana
ensucia el día
es un intento
soplar la luz
y adueñarse
del secreto
por qué es en el jardín
donde nos empecinamos
que crezcan colores formas
que a la mirada turbe
así imperceptible como
el breve instante del goce
que desentona
cuando lo imagino
viajando en el tren
por qué no sentarse
en la plaza
y comenzar
a mirar al gato
mirarlo
caminar con él
cola en alto
indiferente
hasta que una mano
se desliza, acaricia
silencio
hay un jadeo animal
en la noche
y una puerta
De: JADEO ANIMAL (2003)
a Aldo Novelli
me han dejado sola,
y en esa soledad hice mi guarida
junto piedritas azules
olvido casi todo
pero traigo de regreso
al animal herido
no saben lo que han hecho
quién debía cuidar
a la niña que yo era?
que alguien responda
que alguien
diga perdón
ni un reino
ni luces
ni padre quiero
solo el aroma de los tilos
“Ese siempre tan lejos como nunca”
Olga Orozco
Hubo días donde el horizonte era una línea tan lejana
la piel tersa
el mundo nos pertenecía,
ni el fracaso o la muerte podíamos pensar
solo invocábamos la paz.
El fruto amargo solo duraba el instante
el deseo y la tristeza iban de la mano,
mientras nos mataron
fuimos convertidos en máquinas
de poseer zapatos,
ya no siestas insoportables
desdichas
mesas de bar para el enojo.
Criaturas domadas
especies perdidas en un bosque
dispersos y piadosamente reunidos
volvemos
errantes
con la sed de siempre
Si alguna vez dije
aquí me quedo,
había un mar?
Tempestades
una larga explicación de aquí todo empieza
porqué hubo desamores
o amores desafortunados
o muchos amores
búsqueda amatoria
comienzos
un amante que atraviesa el sueño
nombra la palabra ignorada
un reproche
un gesto de amor
solo eso
Los perros son otros
pero aparecen/ cada tanto,
fragmento de alguna historia.
Extraño, no creí pertenecer a alguna. Los días fueron
sucediendo/
como las nubes.
Todavía no entiendo qué hice con las horas.
Hasta cuándo hay inocencia?
No puedo recordar mi infancia.
Quién era mi padre?
borracho por las noches,
refugiado,
el nazi,
un polaco,
un
alemán
el que salvó a la niña del campo minado
quien amaba a madre de mi hermana
quien castigaba a mi hermano
el ateo
el nazi
el que hace que no tenga memoria?
De: PLENO DE ÁNIMAS (2008)
mi dolor
viene de tantas mujeres,
que no puedo nombrar
porque ellas
lo ocultaron
el deseo
deleite
ritual
para no morir
te digo cuerpo
pero no quiero decirlo con la palabra
en este caso nombrar no dice nada
digo cuerpo con el borde de mi boca
al límite del labio
en la vorágine del remolino
como adolescente
recién iniciada
si canto no te beso
preferible besar
no encuentro el tono para el canto
besa
el olvido
no sabe si labio
si noche
si nació, si es cierto
qué es, qué busca
qué existe
qué duele
adónde se aferra
“cada noche cuando te desvestías
la sombra de tu cuerpo desnudo crecía sobre los muros”
Enrique Molina
la ausencia
el desnudo cuerpo mío contra la puerta
puede entrar en el olvido?
hay labios
que se devoran
cuando se miran
hay labios que lloran
tiemblan
por otra boca
De: LA ORILLA (2016)
No nací junto al mar
como mi madre
que el Adriático bautizó
ni siquiera junto a las montañas
Una llanura sin paisaje
una planicie burda
sin color,
música
las colinas eran
montañas de basura y pobreza
mi territorio tenía nombre
San José Obrero,
y sin trabajo
“cuánto pagar hasta comprender
el poder de no poder
¡ah! el privilegio de los años”
Graciela Perosio
Mi madre me pide
que le haga una oración a San Antonio
mientras cuida que mi hermano no beba tanto
en este cumpleaños
Yo que no pido ni tanto ni mucho,
solo quedo mirando la nada
entonces trato de recordar el gesto de
alguien que he amado.
(le pido que vea la luna llena en la
ventana)
responde, cuál ventana? o cuál luna
nos vamos deshaciendo, pienso
mientras oscurece.
Maldita sea, ni siquiera así puedo orar
siguen las muertes
de mujeres
niñas
habitantes
reclamantes
defensores de la vida
del agua
del árbol
la siembra
y el derecho de
caminar sin dañar
sembrar para crecer
reír para soñar
nombrar para creer
La casa de la infancia tenía higuera,
gallinas, tomates
y radicha amarga,
creo que la nonna la cocinaba para las
próximas penurias
ella sabía que la guerra no tiene final
viene vestida de maneras diversas
a veces largos cielos de florido plumaje
nos distrae
luego la bestia sepultada
emerge hambrienta
oscura, cruel
roba el porvenir
trae puñales, mordeduras y miseria
muchos nos abrazamos, salimos de
madrugada a trabajar
hacemos nidos,
pequeñas casitas de hornero para
cobijar
prendemos el fuego para la vigilia
dejamos puertas entreabiertas
pero no hemos ganado la partida
no hay indulgencia
el negocio de las armas no reconoce a
los niños,
la hambruna, el abrazo de la madre
el negocio de las armas no nació de
mujer
no fue parturiento
desgarradas entrepiernas colgadas
fue de piernas sin vagina sin pechos
henchidos
para alejar las muertes/ enfermedades y
tienen poder sobre el rostro del tiempo
entonces qué hacer con lo violento
con esa incomprensible necesidad de
matar
de esos hijos de mujer paridos
qué hacer con ellos
De: MEMORIAS DEL HAMBRE (2018)
En memoria de Marta Cwielong, poeta.
El príncipe cáncer nos atacó en su etapa IV.
Ella murió.
Yo me salvé.
LA CULPA DEL SOBREVIVIENTE
Me nace un alba en el brazo,
en la frente
y en esa mano de ojos índigo
que respira por mí.
Trepo desde el abismo polar de mi tumba,
la abro en temporada de lluvia,
para que la vida me sepa a algo
y no sea un caminar hacia mi muerte.
Floto,
levito lento,
elevo mi cuerpo de amanecer
con el amor hinchado
de aire caliente,
con la patria de una nube
y el precio de la victoria en la cabeza.
Carlos Wilheleme
MARTA CWIELONG (Longchamps, Buenos Aires, Argentina, 28/01/1952 – Temperley, Buenos Aires, 08/05/2021)
Poeta, editora, gestora cultural, coordinadora de talleres de escritura, activista por los derechos de las mujeres y de la ciudadanía. Su obra poética comprende, Razones para huir (1991), De nadie (1997), Jadeo animal (2003), Morada (2007), Pleno de ánimas (2008), Las vírgenes terrestres (Observación de poetas latinoamericanas, en conjunto con la poeta mexicana Marlene Zertuche, 2015), La orilla (2016), Memorias del hambre (2018), 2 poetas de Argentina (publicación compartida con Mariana Vacs, en Colombia, 2018), No esperes que me anuncie (publicación bilingüe catalán-español, compartida con el poeta valenciano Pere Bessó, 2019). Su poesía fue incluida en varias antologías, como Poetas argentinas 1940-1960, compilada por Irene Gruss (2006), y en Poetas del tercer mundo, compilada por Alejandra Méndez. En la infancia, hizo sus estudios de la escuela primaria, en simultáneo, en Uruguay y en Buenos Aires. Comenzó a trabajar desde los 14 años, y cursó los estudios secundarios después de los veinte, en un colegio nocturno. A comienzos de los años 90, fundó en Quilmes, junto con otros escritores, la Seccional de la Sociedad Argentina de Escritores. En 1991, incursionó en la radio, con el programa El Sur también existe, en Radio Cooperativa de Lomas de Zamora, con el periodista Aníbal Kesselman. En 1994, con el poeta y periodista Enrique Puccia, creó un ciclo de debates, Foro 2000, entre artistas y escritores. En 1996, junto a otros poetas, entre ellos Paulina Vinderman y Enrique Puccia, integró el comité de la Antología Oral de la Poesía Argentina, un ciclo de lecturas, en el Centro Cultural General San Martín. Dió talleres de escritura y fue editora del sello Libros de Alejandría, entre 1996 y 2003. El idioma en su casa era el italiano, por eso su inclinación por Montale, Pavese, Ungaretti, como autores preferidos. En una entrevista realizada, ella habló de los poetas que la ayudaron a escribir mejor, a podar sus textos, tales como Enrique Puccia, Edgar Bayley, Beatriz Piedras, Rubén Chihade, entre otros. Participó en Festivales Internacionales de Poesía, como en Barranquilla y Medellín, en Colombia; también en Uruguay y en Cuba. Su poesía ha sido traducida al catalán, polaco, italiano y francés. Fue embajadora de La Guacha, Revista Nacional de Poesía y perteneció a la consejería y curaduría editorial, de las revistas literarias Taller Igitur y Ablucionistas, de México. Sobre su poesía, el poeta argentino Jorge Boccanera escribió, “A la poesía hay que leerla entre líneas… Y la poesía de Marta Cwielong es una poesía armada en el retaceo, una vida narrada en un susurro; lo sugerido circulando por una respiración fragmentada… En ese trazo epigramático se hace aún más fuerte…” (La cita de Boccanera, fue tomada de: “La poesía de Marta Cwielong, una vida narrada en un susurro, Jorge Boccanera; en Luke Nro. 168, Enero 2016, www.espacioluke.com)