
BLANCO SOBRE BLANCO. DECONSTRUCCIÓN VINTAGE AL POEMA
VEO UN CONEJO MIRARME DESDE LA NIEVE
DE JORGE CONTRERAS HERRERA
“En el transcurso de estos cruzamientos
será una determinada escritura de lo blanco
lo que siempre se prestará a observación”
Jacques Derrida, La Double session (1969)
Durante una deconstrucción el texto-poema se desarticula para encontrar su médula, aquél interior compuesto de literatura y verdad, como si una presa se cazara, no será este el caso, pues el poema aparece agazapado: Había un poema/ moviéndose con un viento frío./ En mis sueños/ había un poema moviéndose/ ocultándose de mí entre la nieve, en la visión deconstructiva, el “significante” no corresponde a su dualidad “significado” por lo que el poema VEO UN CONEJO MIRARME DESDE LA NIEVE de la autoría de Jorge Contreras Herrera (Hidalgo, México,1978) publicado por Raffaelli Editori (2018) con traducción de Emilio Coco(1),, se presenta como un objeto del lenguaje con una dimensión alterna y ofrece múltiples posibilidades de análisis, incluyendo aquella de la “différance”, esa posibilidad que queda fuera de lo establecido culturalmente por la tradición poética(2). El lenguaje utilizado no es neutral como pareciera a simple vista, un conejo no es lo que parece, su aparición exige una lectura atrevida llena de subversión y contradicción. La primera huella resulta ser el hecho anómalo de que pudiera distinguirse entre la blancura de la nieve, la blancura de un pelaje o cola de algodón, en esta noche onírica:
Había nevado,/ la noche había durado varios días.
Esta huella es simplemente una guía para la primera hipótesis, si el conejo es un poema que moviéndose en la borrasca logra llegar al pie de una ventana donde el poeta sufre su sueño viviendo en él, entonces, qué idea está llevando a la elaboración de esa imagen, cuál y cuánta candidez radica en el enfrentamiento de estas dos esencias (humana/animal) o tal vez hablamos de toda una ideología sobre la creación poética y el acecho al poeta, ese ser endeble y mágico que convoca el poder de la palabra, pero una vez, una noche prolongada teme escribir un poema.
La pregunta eterna sobre el objetivo y la utilidad de la poesía posee una variante en la pregunta Helénica: ¿Entre la poesía y la verdad qué hay? Pregunta resuelta por Platón y posteriormente por la aparición del término dianoia como es definido en el Teeteto: pensamiento y discurso son la misma cosa. La doxa se pronuncia y se convierte en logos, y si por accidente no hay compañero de diálogo, el poeta cae en un logos privado, una voz blanca, como el blanco del papel que rodea a un poema, como la nieve. El poeta transcribe un habla y transmite en la hoja en blanco un discurso que ya ha sucedido (tal vez en su corteza cerebral) por eso el poeta es considerado un sofista, un falseador de la mímesis por no practicar la “diégesis simple”.
Con esta atenuante, el de la voz poética despierta la sospecha y logra el suspenso de su texto pues en él hay dos partes, el conejo exterior y el interior de la ventana, una visible por haber sido publicada y otra oculta, a lo que Jacques Derrida (1930-2004) llama el pliegue: “El lugar de interés, ese rincón entre literatura y vida, formará, pues, determinado ángulo. Tendrá figura de un repliegue”.
Replegado está el conejo, amorfo, incoloro, expectante en la “inminencia visible del no-lugar”: la nieve, agua en diferente estado físico que a nuestras humanas pupilas, es blanca. La regularidad del blanco en el texto remarca un “candor” o “virginidad”. Lo blanco invita a llegar al poema con un alma virgen, separado de “lo ya leído en otra parte”. El título como pensamiento del texto atrae hacia sí la atención subyugando desde el principio al poeta, quien negará la prohibición propuesta por Mallarmé de negarse al título, aquí el título domina, da luz, la suficiente para mirar al conejo. Y a todo esto, ¿qué color guarda el animalillo?, suponemos que es blanco, por intervención regulada del blanco en la hoja, porque esta es la diseminación determinada por Contreras Herrera, quien conoce bien la ley del espaciamiento, el ritmo y cadencia, el carácter de la escritura a través de los signos de puntuación, los signos sobre el papel blanco, ya significan.
Seguir la huella y pista del conejo blanco sobre blanco, conejo hermano de otros conejos que no se muestran aquí, incide en la página blanca, tal vez la manche con su pata de pluma (bolígrafo o fuente): Lo perseguía, trataba de tomarlo/ como una pluma que cae/ y se escapa entre los dedos. Sus movimientos no representan nada, no tienen figura, sólo es el posible ataque hacia la página blanca. No hay desplazamiento evidente, la escritura dobla y redobla este pliegue por efecto de red, ahora remite al efecto de enfriamiento que provee la nieve a través de la sintaxis de la introyección:
Recuerdo que pensaba en el frío.
Había nevado,
la noche había durado varios días.
Hacía frío en ese poema
y mi cuerpo temblaba.
Sin caer en el neoidealismo de la modernidad que pugna por la desaparición del autor o la textualidad apócrifa, el autor se sumerge en el sueño y nos cuenta lo acontecido en su sueño, produce una “Doble Idea”: vivir en su poema contradiciendo la antimímesis del poeta (expulsado de La República), pero, sólo si el doble es fiel y perfectamente parecido al modelo tiene cualidad de existencia. Un conejo es, el sueño de un conejo es, pero el poema no es un conejo. Ni el poema se puede habitar. La nieve es fría, las noches con nieve son frías, pero vivir adentro del poema con frío exige someter esta creación del sofista a la maquinaria lógica de la filosofía(3), ya Platón sugería que la creación literaria se dividiera en dos : una buena, la que reproduce fielmente la verdad y otra que duplica, la que contiene la locura y el mal,
Después me sumergí en un sueño
hacía frío en ese poema
y les prendí fuego a viejos poemas
manuscritos que odiaba
cartas de amor que no entregué
cartas que di destinadas al fracaso.
Estuve viviendo un tiempo en ese poema.
Era frío y me calentaba
con un fuego de letras.
El elemento del poema como el de toda literatura, es lo imaginal (la imagen en general, icono o fantasma). El logos es imagen fiel de la idea (eidos) y el referente sólo nos ayuda a dibujar el borde irregular de un espejo. La nieve es una pantalla reflectora donde la forma de un conejo, hocico de conejo mirando fijamente con ojos rojos, regresa la imagen de un poeta escribiendo un poema, quemando luego un poema que debe de desdoblarse, aparecer(se), mostrar (se), desvelar (se), hasta llegar a la Alétheia ( ἀλήθεια) o sinceridad de los hechos. (4)
Después me sumergí en un sueño dice el poeta en total anamnesis (un sueño dentro del sueño, como presente pasado por volver) un sueño sagrado, que es violentado por la presencia, el acecho del conejo (amenaza/ deseo por la poesía). Corresponde al poeta el escribir un buen poema y el cumplimiento de “las aberturas “ de esa esperanza por “otra escritura” pues ya se ha desprendido de su actual escritura: y les prendí fuego a viejos poemas/manuscritos que odiaba/cartas de amor que no entregué/cartas que di destinadas al fracaso.
La sorpresa de la mención amorosa, el sentimiento de desamor se instala al final de la imagen, al principio no hay palabra que relacione al poema con el amor, sólo la nieve y el frío; ahora totalmente relacionados con esa región de la fantasía donde el amor proporciona cobijo y calor. Entre la acción y pasividad (acción/pasión) el poeta sólo atina a quemar sus escritos, anularlos:
Estuve viviendo un tiempo en ese poema.
Era frío y me calentaba
con un fuego de letras.
Un yo singular, el del poeta solitario, aislado, a merced de sus propios miedos o seguridades, con sólo su escritura combustible ardiendo (con un fuego de letras) suficiente para calentar su propia vida haciendo notar así el contraste con otros poetas y otras obras, soberbiamente cómodos en medios sociales y académicos. Un fenómeno marginal que no hay que dejar pasar, la conciencia del autor de poesía, poseedor de una trabajada dimensión del lenguaje, que también tiene una dimensión política de la poesía que ha caído innumerables veces en la centralización, pero, incontables ocasiones, ha salido de ella por ir contra corriente.
¿Asumimos que el conejo era blanco, con todas las posibilidades expuestas de que fuera pardo, gris o negro? El conejo y su misticismo pueden estar jugando aquí un papel interpretativo del mal, del prejuicio, del temor a la falla, el rechazo y lo que pueda considerarse negativo, alejado de la virtud de la fertilidad o su relación lunar con el Yin o su sentido de renovación y renacimiento en el Tao, tal como fue considerado durante la Edad Media, como un animal sanguinario, agresivo y cruel. Un conejo bestial presencia de la literatura simultánea: una escritura que se refiere a sí misma y remite inmediatamente a otra escritura, a otro texto, a otro sistema determinado, exergo, a pensar en otros conejos famosos y psicodélicos.
Ad litteram: ese conejo habita en nuestras mentes. La angustia y la conciencia del poder creativo caminan de la mano con la generosidad de pensamiento, ¿qué hará el lector por el poeta?,¿qué hará el poeta por el poeta? Sin pretensiones autobiográficas, la fragmentación de este texto nos demuestra “lo no dicho” por el lenguaje hegemónico de la poesía.
Referencias
Contreras, Jorge. Vedo un coniglio guardarmi dalla neve-Veo un conejo mirarme desde la nieve. Ediz.bilingue, Ed. Raffaelli, Quaderni della biblioteca digitale. Trad. E.Coco, Italia, 2018,pp.52.
Todo el ejercicio deconstructivo que se muestra aquí, está basado en La Double Seanc.e una clase de dos sesiones (Febrero 25 y Marzo 6, 1969) del Círculo de Estudios Teóricos impartidas por Jacques Derrida que fueran publicadas en la revista Tel Quel (1970) y posteriormente como un capítulo de “La dissemination”. DERRIDA, Jacques, La diseminación, Ed. Fundamentos, Madrid, 2007, pp. 263.
(3) Según Derrida ese No Ser existe de alguna manera por creación del sofista y debe ser expuesto a la “Máquina Lógica” ( 2 proposiciones, 6 posibles consecuencias).
Una proposición : el imitante se parece a la verdad con tres posibles consecuencias:
- El doble- el imitante- no vale nada por sí mismo
- El imitante es bueno cuando el modelo es bueno
- Si la mímesis no es nada, no vale nada, es pues, un mal
Otra proposición: Parecido o no el imitante es algo. Tres consecuencias:
- El imitante es algo, deja de tener no-valor
- El imitante no es absolutamente verdadero
- El imitante es inferior al modelo en su esencia
(4 ) Literalmente significa ‘aquello que no está oculto, aquello que es evidente” y también hace referencia al “desocultamiento del ser”
Imagen: Liebre cazando un perro. Decretales de Gregorio IX, 1330-1340, sur de Francia, pintura sobre pergamino. Londres, British Library, Ms. Royal 10 E IV.
Martha Lujano Valenzuela. (México DF, 1973) Maestra en Humanidades y Estudios Literarios. Posgrado de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México. Realizó estudios como Estudiante visitante de la Licenciatura en Filología Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid. En Madrid, España. Poeta, reside en Toluca, México, donde realiza continuamente investigación sobre poesía local, nacional e internacional. Alumna del Taller de Poesía Experimental impartido por el poeta Raúl Renán en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, participante en diversos encuentros y festivales de poesía, columnista, reseñadora y presentadora de obra literaria emergente. Ha colaborado en las revistas La Colmena, La Raíz Invertida, Revista Kamchatka y actualmente es titular de la columna semanal Mirilla en el medio digital Poderedomex.com y colaboradora del Diario Impulso del Estado de México.