
MÍSTICOHÖLES
I
El pasto pausado que recorro
huele a pequeño país
su tiempo nos sucede
como en las acqüarelas
Si no estas a la ventana
nos invade una colina
a la hora insegura
de los astros
los brazos a secas
por el aire corredizo
las manos se juntan
para abrir un Libro
A un lado ruedan
frutas en un patio
líneas en el suelo,
líneas en mis manos…
esta sumisión a la lluvia
nos hizo monjes
bajo un árbol sabio
de savia y resina…
con este frío
me harás un manto
y en la sombra
incrustado y fósil
pasaré a mejor noche…
por las patas del Sueño
nos atraviesan libélulas
y proyectan su claridad
las columnas del bosque…
Seremos nuestro refugio
para vivir más allá
o más acá de las goteras…
somos términos mudables,
no seres mitológicos…
tampoco civilizados.
I I
En este lugar latiente
satinan sin muros
Las Sagradas Capillas
de los zanjones…
Entretenido el Gavilán
bajo una de sus cúpulas
sin vanos follajes era
un gavilán entretejido,
entreverado al Tampaco
y a un Guamo Negro,
porque, en cierta forma,
sin fisgar la fuente,
cada uno está metido
en este retiro natural.
De momento nos vemos
realizados bajo la cúpula
del Gavilán entretejido
sin vanos follajes,
Tampaco y Guamo Negro…
Nace (por el borde azul
en las hojas grises
de epífitas) el cielo.
y
sin movernos del aire
a la sombra estamos
seguimos titilantes
estrellas en el suelo
y el Sol a mano vuelta.
I I I
Si las jerarquías angélicas
no hubiesen disputado, nuestras certezas
no irían convertidas
en semidesiertos pero deseosos de recorrer.
Andaríamos
Igual dispares, según se va o se devenga
sobre el mismo punto gastado.
Somos Pan Ácimo.
Qué importa dónde, sólo con estando.
Igual a un Párrafo
en el Territorio de las Aldeas.
Nuestros hábitos
profundizan en cada vez menos,
es la Síntesis:
Desérticos tonos de un extremo verde.
Sólo la Imagen al transformarse
nos redondea la Esfera.
Yo me llegué a creer que yo era
pero
fue un momento humano, me traspasaba
como los ojos para Ver
ó
cosas del Lugar según estados del Paisaje.
Nunca volveré
a simularme estas cosas,
tendríamos que crear nuestra propia simulación:
Ya el Sai-Sai
comenzó a simular que no existe.
I V
Te arrimas a un espacio llano, lo suficientemente aislado en lo particular, y contemplas en el panorama cómo el Horizonte redondea los polos de la Solandra y rozas con su copa de oro los ocho vientos de la Rosa. Por eso te arremansas, pues ya somos unos conjugados antes de haber sido Testigos del Solsticio.
Por imitación a las lomas persiguen potreros salteados las vaqueras oscurecidas una tarde por neblitudes en pradera, metidas entre reses dispersas y seres latentes de un silencio vegetal.
La proximidad del recorrido establece motivos de Anunciación a la colecta silvestre de moras dulces. Nos encontraremos con el día que justifica nuestra esporádica aparición por los redores, donde ya casi no quedan ruinas sino piedras y hortensias.
Sin embargo el lugar, los lugares, a pesar del deshábito, lejos de producir tristeza, afloran pétalos blancos.
Stephen Marsh Planchart poeta, músico, editor de la revista artesanal Pasturas. Nacido en una base militar norteamericana en Trinidad y Tobago, hijo de una cantante trinitaria y un marine estadounidense, el cual partió a la guerra de Vietnam en 1958, cuando Stephen tenía dos meses de edad y nunca más se supo de él. Llegó muy niño a Venezuela y residió en Caracas por varios años, para luego trasladarse a Mérida con su familia y habitar en el Valle de la Mano Poderosa, donde se dedica además de la creación a labores del campo. En su libro La Azucena Victrola parecen estar presente las motivaciones esenciales de su particular poética que en el silencio contemplativo y una actitud mística frente a la naturaleza, lo cual ha permitido a Luis Manuel Pimentel acercarse a ellas con lucidez: “La Azucena Victrola (Mérida: Mucuglifo, 2001) se presenta como una poesía del ensueño, de lo ideal, de lo espectral, la contundencia de las metáforas cargadas en sucesiones imaginativas que van pasando de forma creativa a la traducción del espíritu de Marsh Planchart. De: chamanesdelsur.blogspot.com