PARES Y NONES | ELBIO CHITARO

ELBIO CHITARO

14.

en esta casa nada quiere decir nada

Eduardo Milán

Ir por la poesía, subyugar
lo profundo del verbo descarnado;
entonces, nada: uncir los bueyes, atar la coyunda
a los cuernos, sujetar la melena y vocear;
luego, como si fuera poco, uncir el labrador al yugo
y que comience la cadena productiva.
Es el plan.

Ir por la poesía, no tener más
que una palabra, pero antes abjurar
del uso de verbos como ser o estar. Usarlos menos.
Usarlos como puente levadizo sobre un foso
infestado de serpientes. Verbo, poleas,
lo que suele usarse con absoluto desparpajo
por el mercader.

Ir por la poesía, pero ¡ojo!
con el uso del ser para hacer pie
en el piso del poema. Eso, lo triste. Hacer pie en la cosa.
Pie en la piedra como cimentación profunda.
Ir por la poesía, brincando de piedra en piedra
sobre el torrente. Ojo con el traspié, irse de canto.
Derrumbe.

Parménides de Elea discreparía conmigo.
Él me diría, lo se: “el ser es, el no ser no es” ¡Qué gracia,
así cualquiera filosofa! Si mencionas a la muerte
y dices “la muerte es”, si hablas de la nada como vacuidad,
hazlo sin que mueran de risa los obreros.
Sin embargo, nadie oirá esa nada. Menos en Elea,
a la hora de la siesta.

En definitiva, ir por la poesía, traicionar
lo primero que nos viene a la cabeza, es decir,
dejarlo como cobardes que desertan de la guerra.
Ir por la poesía, no asir el máuser; tampoco la guadaña
para sacar soledad al firmamento. No firmar armisticios.
Mantenerse firme, esperar el tiro de gracia
misericorde.


18.

Con menos trecho, tiempo, cada vez,
dos puntos de dolor en el durar, punzantes,
forman una línea de dolor, abrupta, terebrante.
Y eso fustiga el sentido del durar,
eso lo rasga.

Una longitud sin anchura directo
a un callejón sin salida. Derecho al aire
que rodea al puente, a la casa del otro,
pasaje entre dos sueños imposibles,
en un almiar.

¿Qué queda después de la cosecha?,
un campo cercado de sepulcros de hormigón.
No recuerdo las cruces de salmuera.
No recuerdo la cal, la arena zarandeada.
Ningún cuerpo.

La línea recorre un desfiladero de amargor.
Huye a lo largo de la muerte, pero no es.
La línea se cubre de cenizas de muerto.
Luego tuerce a lo alto donde el viento
derramó sus gemidos.

La línea golpea los muros de la muerte.
Como hueso que estalla contra otro.
Quedamos solos en la mansión de la vida.
Luz queda a la distancia de dos luces.
Sombra es mitad.

La línea baja junto a mí, se acurruca a mis pies.
Envuelve todo el aire del almiar de Monet.
Al fin, se quiebra,
fractura,
queda inanimada. Transpira.


LO PRIMERO ES LO PRIMERO
Y ANTES, LO QUE HUBO ANTES
(De la luz y las sombras proyectadas).

Lo primero que vi era un jardín helado en el ojo azul, pero antes había visto las cenizas de un muerto. Aunque lo primero, en verdad, fue un poema de Tatiana, y sus ojos radiantes.
Antes fue la locura de una década inmensa, tejida y destejida por goliardos. Lo primero es lo primero. Primero la idea de luz, antes las sombras proyectadas en el piso. La piel del oso, la ternura de su hocico en el piso de madera. Siempre hay algo primero cuando sueño, siempre hubo algo antes. Primero lo que escribo, antes lo que fui a escribir y no obtenía.
Todo se juega en ese antebrazo del brazo. En esa antesala del sentido. De lo que se siente luego de nacer. Lo viejo. Aunque lo viejo no es lo primero, ni lo de antes de vivir. Lo viejo es un olor a papel olvidado. Una mirada. Algo despacio.


LUZ QUE HABLA

Lo doméstico, la luz que habla en lenguas.
Entre el crepúsculo, la mesa familiar y los saltos
de agua por el aire. En el camino
Encuentro la luz. Los haces de ti,
tus sueños subcutáneos,
tu inmanencia.

Vienes con el corazón en alto en alto. Con la música
De otra parte en tu cabeza. Esa garza cabeza
abierta al mar de la tranquilidad.
Con el amor temblando, con luz
pierdes calor en la caricia,
pierdes sentido.

Luz vaya al trote contigo,
No vuelvas. No erres,
tú, escalón.


Mudo cuando ascendió a la vida, mudo.
Desocupa y vuelve a llenar los cántaros.

Paul Celan

(pares, nones)

¿Qué sabe tu padre, tu madre, tu hermano, del poder de la Historia?
¿Saben que es aproximación por acierto y error?
¿Qué sabe tu hijo de tus versiones del ayer?

¿Qué parte de lo oscuro contemplas en el punto de quiebre?
¿Por qué te alejas?
¿Ves el derrumbe que suma ruina sobre ruina?

¿Por qué crees que puedes despertar los muertos y recomponer la huella?
Desastre es sinónimo de no estar bajo el sol.
Menos aún, las estrellas del firmamento sobre la azotea.

¿Qué saben de los sentimientos del que tiene ojos en la espalda?
¿Qué saben de la verdad?
¿Qué de las mentiras verdaderas? ¿Qué de las mentiras solamente?

¿Saben que estuviste a los pies de las patas del caballo?
¿a los pies de la cama, a los pies de Jasón,
a los pies de Medea con las manos ardiendo?

¿Qué sabe tu vecino del eco, tu llanto en la cocina?
¿Sabe que estuviste un día frente al viento,
a la lluvia temblando?

¿Qué sabe de ti el artesano? ¿Qué sabe de ti bajo el velo rasgado?
¿Qué de las alas que no vuelan bajo el sol?
¿Qué de tus manos?
¿Qué de tus manos?


ELBIO CHITARO Poeta uruguayo (Durazno, 1961). Vive en la ciudad de Mercedes, Soriano, desde el 2004. Dos veces 1er. Premio Nacional de Literatura, 2010 y 2013, por Versión de Medea e Idealidad de cántaro, respectivamente. Dos veces 2do. Premio Nacional, 2018 y 2021, por Aguantaraz y Preferiría no decirlo, respectivamente; así como Menciones en 2013, 2015 y 2018. 1er. Premio en el Concurso de Poesía de los Fondos Concursables para el Fomento Artístico y Cultural por Palabras rotas, 2010. En el 2014 fue invitado al 24º FIP en Medellín, Colombia; y en 2017 al 12º FIP en Buenos Aires y 7º FIP en San Nicolás de los Arroyos, Argentina. Ha participado en innumerables festivales, encuentros y lecturas de nuestro País. Incluido en la Muestra “Un país imaginario, Escrituras y transtextos: 1960-1979” (2014), a cargo de Maurizio Medo, Mario Arteca y Benito del Pliego. Publicaciones: otra piedra, otro corazón (2022); Extracción de la piedra de la locura según el Método Moskalenko (2021); Preferiría no decirlo (2019), Aguantaraz (2016); Idealidad de cántaro (2014); La impureza (2013); Palabras rotas (2010); Versión de Medea (2008) y La tristeza de la madre del caballo (2002).

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