
DESMEMBRADOS
“De esos amados pedacitos está hecha nuestra concreta soledad”
Juan Gelman
Quienes suenan más fuerte son aquellos
que viven detrás de mi casa,
le siguen el paso a las ventajas.
Hay horas en que el silencio es suyo,
entonces los escuchamos:
gritan y los pedazos de sus amígdalas se quedan en el andén.
¿las calles se construyen sobre partes de cuerpos
o los cuerpos se hacen reales a través de los ladrillos?
Estoy en alguna calle.
La sangre la voy dejando en canecas de basura sin bolsa,
el fragmento de rodilla en cualquier escalón
y mis ojos en el edificio más agrietado.
No encuentro mi cuerpo al regreso
porque ellos me lo roban.
Puedo sentir cómo reemplazan sus uñas por mis dientes
y tengo que recuperarme en cama
¡Son tantos y tan solitarios!
Solitarios pero no les faltan las palabras.
Ahí están, recogiendo lenguas y latas
¡Están hechos de tantas partes, y yo sin ninguna!
PUPILAS CON SUS ALAS
“Hay que caer y no se puede elegir dónde”
Roberto Juarroz
Estoy caída
y lo único que flota son mis dedos de rabia
y me queda una piedra en la garganta:
¿cómo está distribuido el amor y por qué tan lejos?
No sé cuántas cosas debo mover para encontrarlo
ni a cuántas personas despellejar.
A mí también me quitan la piel
y luego la usan para limpiar zapatos;
a mí también me devoran el hígado
y en cambio arranco ojos y los pateos
hasta el borde de mi casa,
para que no vean lo que aflora cuando
no se da un beso justo
y se dejan arañazos en la espalda;
a mí también las mariposas en el pecho me ahorcan
y debo aplastarlas con el mentón,
con las botellas acumuladas de cada borrachera
porque no sé coleccionar,
con las patas de la cama,
con el granizo de un día triste,
o con todo, porque es difícil matar mariposas;
a mí también me cortan los lagrimales
por donde entra el polvo de la memoria.
Entonces, ciega, debo escribir una línea que diga
Parece una polilla que intenta mancharme las pupilas
con sus alas,
para luego quemarla, porque no dejo que me gasten
en vano la palabra.
Es estar caída en la vida y llorando todos al mismo tiempo.
MUTISMO
¡Cómo la enfermedad del mar es no moverse!
Eduardo Cote Lamus
Mi voz está arrugada y rota.
Para empatarla con el mundo
no hace falta sino doblar las cosas y empacarlas en bolsillos,
porque cada que se meten y se sacan las manos
de ese espacio íntimo y angosto,
la materia envejece.
PEATONAL
“Sólo tiene esa costumbre humana de morirse”
Eduardo Cote Lamus
Siempre pensamos que en estos suelos
no podemos ni circular a pie, sin embargo,
nos obligamos a andar con los ojos abiertos,
con la cabeza tumbada
para no tropezar con algunos pedazos
de pieles y pan.
En las primeras andadas se siente el olor a perro muerto
y un cuerdo de tantos exclama
¡Las entrañas son la comida de los dioses!
pero no vemos ningún dios,
no hay nada que quiera alimentarse de estos restos,
si acaso alimentan.
Aquí los pasos son largos, violentos,
como los años que nos anteceden
y el hambre que espera al otro lado de la calle.
Retumba la consigna de nuestros abuelos
“lo bueno se daña, lo malo empeora”.
Ya no solo se trata de caminar,
nuestros cuerpos evitan explotar
por eso nos reservamos hasta el amor.
Esperamos separar nuestro aliento
de la humedad que nos rodea…
porque no queremos ser tumba,
porque no hemos agotado la sangre de nuestras pupilas,
porque somos testigos peatonales
de lo que sucede con todos y con nadie.
ΙValeria Mosquera Osorio, estudiante de la universidad Distrital Francisco José de Caldas, casi profe de español y literatura. Miembro del semillero poetikós y amorosa de la poesía y lo trivial; y lectora en voz alta.