CIUDAD EMPEDERNIDA COMO MI ALMA | RUDY CIFUENTES


ÁCAROS

hay ácaros en este sueño
dictando sus patrones del mundo
yo me hago el sordo
para sobrevivir a sus tragedias

hay ácaros en los besos
y en las miradas de los extraños
escarbándonos
                                 sin que nos demos cuenta
infestándonos de memorias

los ácaros me consuelan
les complace comer de mi oreja
como un último horizonte
entre sus bellas formas, me ojean

hay ácaros creando un mundo
con la misma experticia de un dios
aunque sin su magra soberbia
ni la maraña de sus castigos

en donde encuentra astucia
acurruca el ácaro sus larvas
ni siquiera sabrás que su aliento
dormirá en este último beso

Publicado con el título Las sangres que no escribí en Antología Poética Vuelo de Palmas. Ancla Ediciones. 2020


ALGO ME NOMBRA

No quiero que sepa nadie de mí.
No entre la neblina
ni en la astralidad de los adivinos.

El río en que muere la vida del último día
y la noche en que se despoja el desierto
de sus arenas:
es un milagro no tener sed.

Preciso que comience a llover ahora
cuando ya el sol no puede hacernos carne.

Pero no llueve.
Es el momento en que se pronuncia solo
el mundo.
Y quedan oyentes, expectantes, esperanzados en una sentencia, tan siquiera una palabra, un pequeño rito que les quiebre la sordez.
Aunque no llueve, enmudecen.
No tengo motivo para recriminarles sus extravagancias.

Preciso que comience a aclarar ahora,
cuando ya la noche no quiere heredar mis sueños.

Algo sin rostro me nombra.
Bastaría con saberme yo mismo.
Si no estuviese ciego descubriría mis ojos
y todo lo que cuelga más allá de mi ausencia.
Ahora, inacabado, perdido,
hecho neblina, quedo.

Publicado en la Antología Poética Vuelo de Palmas. Ancla Ediciones. 2020


FANTASMA

aquel niño que flota
columpiándose en la brisa
fantasma de un fantasma
juguete de miedos
celofanes blancos y negros

se quedará en las fotos esparcidas
sin las calles abominables
del corazón profundo

sin la calina
de los objetos que nos cuentan
sin el ruido de los gatos apareándose
ni ojos fucsias que vean a través de otra ventana
por la que volverán a ser mundo
mis tímidas proezas


EXTREMAUNCIÓN

Hola cristo negro que no me miras
Hola ruidos de copas de champaña supernova
Hola empujadores de la ignorancia
Media luna que acaricia la dureza del smog y atropella los sueños de los que habitan ante tu puerta

Hola muertos sin extrema unción
Chica rola que se me cruza entre la ropa gringa usada, rola extraviada entre los atajos de lo inmundo, buscando la expiación de esta Lourdes que ya no es virgen
Hola kamikazes de dos mil cuatrocientos pesos
Hola señores de verde chillón que mantienen su mano derecha acariciando la cacha de la matatodo, como si en cualquier momento la ciudad fuese a estallar

Hola ciudad empedernida como mi alma, adoradora de lo irónico
Bogotá, vuelvo a tus ovarios
Luego de mis tantos suicidios

A ver cómo me pares esta vez
Llo-ve-ré


BRÚJULA

No necesito ver tus pies
para conocer de dónde vienes
a lo mejor un sueño de astrolabio
a lo mejor brújula sin templo

Tienes la nostalgia llena de agua
el sur tiznado de amuletos
un credo que no te salva
los rincones llenos…
secretos

Por eso vas al este
a inventar las demás canciones
que el otoño antes no supo
las dos fronteras de tu cuerpo
en mi pecho, tú, continente

Postras tus ojos ante las sombras
oruga que arrasa todo sueño

El brote de la alegría nueva
haciendo surcos de risa
en las comisuras de tu hambre

Después de hacer la canción
bautizas dioses mudos
galopas al rubor de los horizontes
y ríes, ríes con tu flor de anhelo

Las zancadas del río bañan
todo el rumor de tus cabellos
aunque lleves esa luz sin rumbo
es al sur donde desembocas

Y sueñas con los rizos del verano
donde revientan las mariposas
libas las mieles de sus capullos
de la tierra haces la miga
pares el sol que pone oeste a las almas

No necesito ver tus pies
para saber a dónde viajas
tus miradas sueñan con viento
los jolgorios de otro abril
las briznas de una caricia

En el norte que no tiene prisa
dejas los rostros que olvidaste
los nombres pasmados, sin danzas ni juglares
y entre ellos el mío enjuga aún
la pregunta de una esperanza


RUDY FABIÁN CIFUENTES AYALA. Caracas, Venezuela (1979). Ingeniero Industrial (2004), Licenciado en Ciencias Gerenciales (2006). Músico y escritor aficionado. Reside en Bogotá, Colombia, desde el 2016. De tanto escribir canciones, acabó envenenado de poemas.


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