
foto de Prisca Agustoni
SIGNO
El signo es cimarrón, el texto
una cimarronada, a veces
en los relatos, otras afuera
de la memoria. Preso, no dice
nada, libre se esconde
en la plaza. Tiembla el centro
de la página, se extravía
al margen.
El signo crea una fortaleza
– quien la asalta se hunde.
Su laceración no es la de la piedra,
el signo cimarrón se mueve.
PASEOS
juan mauricio rugendas capturó escenas
que acercan río de janeiro a lima. no
por la textura de bosques y montañas.
el verde el azul
entrañados en sus cuadros son parte de
otra mirada. aquélla del ojo armado que
dibujó lo humano, su afecto e infortunio.
los negros los negros
ocupados bajo la violencia reposan en
la pintura. las realidades del cuadro y de
la historia hacen trabajar nuestros ojos.
el blanco de la pared
intensifica dramas que uno sólo adivina
cara a cara. ¿en qué tiempo están las
escenas de juan mauricio rugendas?
CONCIERTO
Entre mis dos abuelos, mis dos
abuelas. Poemas que aluden a
la creación del mundo saludan
a los hombres (lo que es justo)
pero las mujeres nos preguntan
¿qué es de la luna y de nosotras
inaugurando las plumas?
Mientras la historia se disculpa
por olvidar a muchos, mis abuelas
están generando por su cuenta
otra generación. Contra los
trucos de los que mandan,
bordan treinta insurrecciones.
Aunque uno quisiera, no puede
quitarles las melenas, pues ellas
ayuntan las cabezas. Así hacen desde
siempre, con métodos eficaces.
Véase, donde mirábamos
un gusto de ajo, una compota
de moras – allí y en otros casos
figuraba su verbo. Más que ello,
sus pensamientos y aún más
sus vidas. Entre mis dos abuelas
conflictos se cosen y descosen,
también madura algo que nos
une a pesar de las diferencias.
Mis dos abuelas no esperan un
poema. Esperaron por hijos, nietos,
barcos, camiones. Esperaron
porque esperar fue su condición
más allá de su costumbre. Pero
si la lluvia sucede a la sequía y el
hilo a la aguja, nuestras abuelas
que manejan aguja agua y costura
ya no saben esperar. Lo que
hicieron con sus nombres se
revela, se recoge en nuestro pelo.
Entre mis dos abuelos, mis dos
abuelas. Hablan si les conviene.
De sus controversias y recuerdos
nace eso que somos: una calle
una fiesta – un enigma abierto.
ORFEO
BENY MORÉ
está en el recinto el que va alquilar con
pasión sin compasión sus oídos. prepá-
rate, pues el pez no tiene escamas. su
ley es anti-silencio. antes de mí el son
se murió por estas sillas. ahora sea uno
mi movimiento, seguido de otros diez.
BOLA DE NIEVE
hay dos maneras de cantar. para mi
estilo reclamo un largo piano, mientras
tanto estrecho como la huelga. es decir
que puedo decir todo con una sola voz.
un piano como un pavo real lanzado
de su soledad hacia la gente y el bar.
JOHN LEE HOOKER
el mississipi es viejo, más vieja la hora
del son. con el son seco el mississipi
aún corre en las curvas de mis arrugas.
desposé el blues, y aunque me muera
no lo dejaré. así es el ferry-boat que se
aleja del servicio pero del agua jamás.
EDIMILSON DE ALMEIDA PEREIRA nació en Juiz de Fora, Minas Gerais, en julio de 1963. Es ensaysta, poeta y profesor de Literatura Portuguesa y de Literaturas Africanas de Expresión Portuguesa en el Departamento de Letras de la Universidad Federal de Juiz de Fora. Publicó análisis de carácter antropológico de las culturas populares y afrobrasileñas; narrativas y poemas para jóvenes. Publicó en 2017 los libros de ensayos A saliva da fala: notas sobre a poética banto-católica no Brasil e Entre Orfe(x)u e Exunouveau: análise de uma epistemologia afrodiaspórica na literatura brasileira. Publicó en 2019, Poesia+ antologia 1985-2019. Los poemas de esa edición pertenecen a la obra Signo cimarrón, Belo Horizonte: Mazza Edicões, 2005.