
SOBRE EL NIVEL DEL MAR
Ansío toda luz porque un día fijé el mundo
con mi dedo índice,
y amo
el correr de los ríos porque de algunos peces
aprendí hondura.
Fueron mis ojos quienes miraron
por primera vez
que en la caída de los astros se escondían
un niño y una rueda.
Siempre me hice invisible cuando los hombres
pusieron sus manos
sobre mi fingida presencia,
y cuando tuve un brazo que parecía un ala,
las flores que brotaban
en los tejados me otorgaron
las dádivas de un vientre,
ésta es la única verdad que he conocido.
A dos mil pies sobre el nivel del mar
la marcha de los pasos deja de orbitar,
el frío aumenta toda lucidez,
y la respiración es lenta
como la vida en las montañas
y en las ermitas, el corazón renuncia
a cualquier renuncia,
y la única doctrina es la fecundidad.
Nuestro propósito es crecer cuando creamos
y amar a cuanto no desgarre,
nutrirnos de nosotros mismos y no golpearnos
en soledad
y que cada vez que el mundo sea la primavera
nos despojemos de cuanto fuimos
y seremos, formando
la columna que une nubes, espacios y semillas.
El truco no es difícil ni complejo,
tan sólo se necesitan
algunas dosis de serenidad,
concentración y sencillez.
A seis mil pies sobre el nivel del mar
-y subiendo-
los ojos van perdiendo su nostalgia
y para no cegarnos tengo que demostrar
mi destreza en las diferentes artes
de la distancia
y para que no se dilaten las venas
el oxígeno tiene que ser lo más escaso posible.
Se aligeran,
se aligeran las manos, los pies, el pecho,
los lastres se reducen:
las personas que un día me nombraron
hacen el mismo ruido que las hormigas.
Sigo el rastro de los cometas,
de las galaxias que comienzan
cuando un huevo se rompe,
de esa gracia tan tuya de armonizar
mis extremos.
Sólo me he dado opción a mudarme en un hoy,
en un hoy que renace, confirma y desprecia.
Poco importa la muerte ahora.
Poco importan las palabras ahora.
Poco importa que el mar
haya expulsado a quien movía su repetición.
Los restos de la fiesta quedan aún en mi boca,
aún me ofrecen mucho juego,
aún relucen como miel secreta.
A diez mil pies sobre el nivel del mar
sólo quedan los labios,
el nacimiento de unas risas entre las sábanas
y las luces que como gotas de rocío resbalan
sobre este mármol.
(De Tres veces luz, 2007)
SALUDOS DE LA GOLONDRINA
De esas observaciones se puede deducir que de la palabra aire revive la golondrina: el poso de los libros infantiles desde las tardes de verano y aquella casa…el horizonte en la cerca de octubre donde repongo saludos, bienvenidas, extravíos:
¿por qué volvemos?
Al despertar nos asomábamos limpios
desde aquella golondrina
y me empujaba por el aire,
y mi cuerpo giraba como
un derviche danzante
y algún rayo nos enganchaba el cuello
¿hasta subir amados?
Volvíamos a pisar la hierba, amasar el verde lo llamaba el abuelo y aquella sensación telúrica nos envolvía como burbuja de jabón[1], las que mi madre alzaba para hacerme asombro. De la palabra aire revive una golondrina:
¿revive? ¿Para qué volvemos[2]
[1] Convergencia: “El caballito de mar expulsa sus huevos” = “los chicos soplan sus pompas de jabón”.
[2] Este poema, además de este final, tiene otros dos posibles cierres: 1) “Volvíamos: Nada más lejos de las calles cuando se escribe. Sólo se ha concentrado en donde se produce la vida. Accede sin cambiar de forma, pero tiembla y describe el vuelo invisible del ave invisible: Golondrina. Tanto por decir en tan poco tiempo: el deporte de trazar círculos. Nadie aquí es realmente nadie. La gran Maleta y el columpio mortal. El gozo de las esferas. Mi familia: tu amor y mis libros (algunas alas). Me encontré en un libro y seguí viviendo en tus ojos. Nada más he sido. He soldado la vibración de las rosas y la del abejorro. Si supieras cuántas veces quise suic… Si supieras cuántas veces he sido feliz, feliz hasta erguirme por encima de mi frente. El silencio de la llanura pulsa sin ti el ritmo del sueño. Sin mí: como si fuera la primera vez”.
2) Volvíamos: “Hasta salir del rostro. / Se hundieron en el iris/él y los otros. // Conocerá: y en quiebro. /Quebrar las lejanías. / Desapego para morir mejor. / Y celebrarse sin posibilidad de regreso.”
(de Inclinación al envés, 2014)
(BUCLE ACRE DE LA CALLE MORERAS)
Ella es conocida por las pupilas del mirlo.
Mis pupilas en el atardecer
(se podrían situar dentro).
La gracia del silencio.
(Un recuerdo se forma en la pared:
la estafa política y económica que me llevó
a Argel:
la ausencia de mi hijo y de mi pareja
en la isla de los fuegos).
Voy a la librería Boxoyo,
pero te detienes en la calle Moreras…
Piensa en su padre y recuerda que se dijo:
-He aprendido de ti a no ser cómo tú
(así quiso empezar un poema
dentro de la heterónima, Jimena Alba).
Miro a mi hijo vertiginosamente (dentro de mi mente)
reflejado en la palabra pureza y sus tópicos[3],
y el molinillo de los años tritura
las imágenes
y te devuelve a
1999: muere Rafael Alberti,
cantamos en la noche:
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Qué cándidos…
Cruzo una calle (2001)
que me recuerda que mi abuelo murió
de cirrosis, un hijo más del vino;
algunas tardes veíamos las corridas de toros
y me enseñaba a morir joven
y cuando se distraía
comprobaba cómo el Cristo Pantocrátor
de la pared absorbía su carne.
Cruzo otra calle (2004). Cruzan otras imágenes por las paredes de la calle Moreras:
el botellazo a la luna y el careo de los años
(cuando balbucea la realidad, la conciencia es un polígrafo);
ET, el extraterrestre, y su hogar, el que nunca tuvimos nosotros;
los Tiempos Modernos de nuestros padres y la producción en cadena: los convirtieron en un molinete de tornillos;
el bar lácteo y nuestro nadsat, allí nos dijimos: revitalizaremos la palabra libertad y por el hueco de la D pasó un halcón y también el hombre cohete salió disparado hacia nuestras represiones;
la chuchilla de la luna que corta el ojo y el ojo sangra geometrías y retóricas;
las piruetas de los obreros (mamá por dos euros y medio la hora, papá por tres euros
y medio la hora);
el tranco del débito y el estudio: lo prosaico de la ceniza;
el callejón en donde liamos el destiempo (Peter Pan y Campanilla en el sexo oral).
Y cruzo otra calle (2008) y piso el agua de estos cristales rotos
y me reflejo
y ya no pregunto.
Entro en la librería
(me espera ella, la que es conocida
por las pupilas del mirlo)
para salir de las cuencas agusanadas de los muertos.
(De El primer día, 2016)
[3] En la primera palabra: su primer deseo fue volver. Sin lenguaje, no hay tiempo. Escucha “Here come the sun”. Estoy en Mahón (2013). Me pudro escribiendo una tesis que no me importa. Te pudres dentro de un sueldo miserable. En la biblioteca los libros devoran su soledad, las pérdidas y la vereda que me llevaba a tu casa.
LIBRO XIV
puedes olvidarte de ti ahora
que las jorobas de las dunas
casi se acercan a esa luz
en que las cosas y los seres
ya están sin formas
tan sólo tienes miedo a dejarla sola
-haz que tu obra parezca
siempre joven dijeron
en las vallas los hombres metálicos
[Prelectura]
morir es un recuerdo ¿más?
conocimos la tersura
de las ballenas sin haberla tocado
conocimos el galope de los caballos
salvajes sin haberlo escuchado
conocimos el destino de las flores
de edelweiss sin haberlas olido
[Contralectura]
la plenitud debe ser algo parecido
a esta maraña de ti: soñándote
en el desierto de Tassili (¿en el que nunca estuve?)
aprendiste miró el mundo
tan sólo estaba amándote
en tu ausencia
aquí el verde es un rostro humano
las palmeras supuran miel
en sus dátiles y enhebran el cielo
unas cuantas golondrinas
que se llevan algo de nosotros
(todo lo que fuimos
todo lo que somos)
quizás todo aquello que me sobra
nos tenemos a nosotros mismos
como cuando nacemos y morimos
[Subtexto]
¿es necesario el amor aquí?
tan sólo me hago esta pregunta
para engañarme unos momentos
[Coda]
la canción dice: “agua de nieve…”
y oigo el latido del mundo
es una pequeña ondulación en el aire
cuánta densidad en la niñez
de esta alegría
quiero recordarme así:
sentado solo mirando el horizonte
junto al separador inmenso del día
(De Testigos de la utopía, 2017)
TRAZADO DE DISTANCIAS
Carrer de sa Bolla
[Subtexto]
sí pero el mar absorbe aquel
alrededor tan nuestro
y la isla acaba de nacer
(el amor nos destrozará)
pero en el lado inverso
de las estrellas
se oye el futuro de un recién nacido:
por el columpio caen las cenizas del sueño
[Coda]
Las cenizas del sueño
bajo la palabra mamá:
se contagia el pasado y el presente
(suena la música que nos bailó).
Debajo de las nubes, todos nuestros adioses.
Y los siglos se abruman
en el rojo de las murallas rojas.
No obstante, seguiremos enramando
el universo en la palabra
“Adoración”. (¿Has sacado ya el dinero?)
[Coro]
Por el espacio caen las cenizas del gris: una paloma. Mediodía de febrero. La sortija rueda por los restos del horizonte y alguien aprende a odiar la belleza: debajo de las nubes, todos nuestros adioses.
[Contrapoema]
Y ¿te vas para no volver?
Dilluns allarga l’ombra fins diumenge.
Y aquel domingo nunca llega
pero sí llega vuestra sombra;
y contemplo a Odiseo navegar
-noche tras noche-
durante diecisiete días
en su vigilia.
(Pero a qué horas llegas.
¿Puedes quedarte en casa de alguien?)
[Epílogo]
Barcos perdidos: la pequeña historia
de la pequeña camomila
en los barcos perdidos de aquel mapa perdido.
Nos vamos. Nos metemos dentro del bosque.
Entrar en las raíces y en el vuelo y unirlos.
Y también recuerda y revive. Y alguien aprende a odiar la belleza:
(Para qué buscar explicaciones, para qué buscarlas, siempre en el mismo lugar, siempre llegamos al mismo punto.)
Los pinares nos cuentan el jamás
del jamás del jamás
y el pájaro carpintero remacha
las grandes revelaciones futuras
y ella prosigue en el futuro.
(Esta noche ha dormido conmigo.
Sin tiempo de nada. Estoy agotada.
Sin salida. ¿Y si muere?)
[Coro]
Por el columpio caen las cenizas del sueño. Tarde de marzo. El caracol repta por los restos del horizonte y alguien aprende a odiar la belleza: debajo de las nubes, todos nuestros adioses.
[Glosa]
Todos nuestros adioses:
tallas de hierba
sobre la duración
infinita de nuestro hijo.
(Suena-la-música-que-nos-durmió).
La lejanía y el dolor: la crisis.
(¿Ya has sacado los billetes de avión? ¿Sabes qué pasa?)
Miro el parque:
las palomas suspenden su estado místico
y los jubilados dormitan en la cuna de estos destellos.
[Subtexto]
¡ay! para llegar (¿sí?) hasta la infinitud
soplo un diente de león (¿ya llegamos?)
se deshoja mi rostro joven
en el viento y en la vigilia
el Estado nos matará
(Para qué buscar explicaciones, para qué buscarlas, siempre en el mismo lugar, siempre llegamos al mismo punto. Sin salida.)
[Títulos]
Pero cuidamos la vasta memoria
en el cuarzo del tiempo.
Ya siempre.
Ahora sí.
Un adiós abierto.
¿Ya llegamos?
- 09.2012
(De Un adiós abierto, inédito)
Julio César Galán (Cáceres, 1978). Fue lector de español en la Universidad de Argel y profesor asociado en la Universidad de las Islas Baleares. Actualmente es profesor contratado doctor en la Universidad de Extremadura. Autor de los siguientes poemarios: El ocaso de la aurora (2004), Tres veces luz (2007), Márgenes (Premio de poesía “Villa de Cox”, 2012), Inclinación al envés (2014), El primer día (2016) y Testigos de la utopía (, 2017). Además, ha publicado como heterónimo los siguientes libros de poemas: Gajo de sol (2009), La llanura (Premio de poesía “Vicente García de la Huerta”, 2016) y Para comenzar todo de nuevo (2017) de Luis Yarza; ¿Baile de cerezas o polen germinando? (2010) y ¿Una extraña orquídea o un superviento estelar? (2021) de Pablo Gaudet; e Introducción a la locura de las mariposas (2015) de Jimena Alba. De su poesía se han realizado diversas antologías como Ahora sí (2018), Donde es aquí (2019), Acorde para las aguas madres (2019), Anotaciones cardinales (2019), El inventor del Sí (2020), Sin adiós (2020) y Con permiso del olvido (2021). Ha sido antologado en Matriz desposeída (2013), Limados. La ruptura textual en la última poesía española (2016) Poéticas del Malestar (2017), Desobediencia (2020), País Ibérico (2022), Exopoetas (2022) y Poéticas del afuera (2022). Su obra poética se ha traducido de manera completa inglés (de próxima edición) y francés (de próxima edición); y parcialmente al checo, portugués, griego y árabe. Como ensayista cabe destacar: Ensayos fronterizos. Entre el poema y la heteronimia (2017) en coautoría con Óscar de la Torre y Jimena Alba; El último manifiesto (2019) de Jimena Alba; Cuaderno de Sombrario (2020) y Correos a los editores. Poesía Especular/Poesía non finito (2021) como de Julio César Galán. Entre sus textos teatrales podemos citar los siguientes: Eureka (2014), La edad del paraíso (2016) y No. Bocetos de un libro futuro (2021).