Me llamaron templo y con ello profanaron mi especie, luego enjugaron sus culpas con algunos padres nuestros. Allanaron mi morada, me definieron como mezquita pura y blanca con imágenes divinas llena de promesas sagradas. Hasta que me cansé de serlo y me arranqué la estaca a la que me amarraron para mantenerme erguida y sonriente. Mi cuerpa no es un templo, no soy un proyecto arquitectónico en construcción. En mi cuerpa no se cría violadores, no soy un vestíbulo abierto. Renuncio a ser la casa del Señor. El único...
- 26 junio, 2021
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