
LA CASA CONSTRUIDA
Primero los cimientos:
constancia y valor.
Sobre ellos levanta unas columnas:
fuerza y espíritu templado.
Encima, madera y techo:
el refugio para el cuerpo.
Luego las paredes
Para evitar la intromisión
inoportuna
Y puertas y ventanas
para ver alrededor,
para ver quien viene,
para ver los árboles y el mar.
Lista la edificación
una mesa un cuaderno,
un lápiz y una silla
y allí escribir un poema
cada día,
soñar un poema cada noche.
Una casa de palabras
es el poema:
una casa construida
en el corazón.
LA PRIMERA Y LA ÚLTIMA
La primera pregunta: ¿Qué es un poema?
Es historia. Un poema es
un espejo de palabras. Puedo verme
en él, puede el lector ver el reflejo
de su vida.
Es inútil. Unas frases bien
hilvanadas son tintes y luces
—colores y sombras— pueden parecer
insulsas al insulso,
triviales al banal,
superficiales a quien no se hunda
en su profundo cauce.
Un poema es un instante vuelto
voz. Una vez el silencio amontonado
en el cuerpo se vierta sincero
aparece la canción,
aparece la música
de las palabras.
Un poema es la música de la vida.
Y la última pregunta: ¿Qué es un poema?
EL TALLER
Una vista amplia del mar
adonde va un fuerte viento
que pasa por las ventanas.
Árboles, casas, luces, estrellas,
crepúsculos, solo fuerte y mediodía
siempre a la sombra del taller.
La mesa frente a una de las ventanas
deja la ensenada turquesa completa
a la vista.
Un morro con un faro gira su luz
y atrás montes ocre y verde claro
van rumbo al puerto.
Un buen taller es el espíritu para el arte
de la escritura.
Cuando avanzo entre la selva tupida
de palabras —canto a canto— el paisaje
es interno.
Allí también hay vientos y olas y montes…
hay luz,
verdad, trazos y colores en los vocablos y…
una vista amplia del alma.
LA IMPOSIBLE
Lo pensado, el pensamiento
en una trenza dulce y larga
de tres cascadas entrelazadas
cayendo por los aires
al agua del querer.
Por la versión marítima del solaz
navega sobre las alas del mar
ensimismado en su eterno retorno
en su constante palpitar
Si el techo es de aire veo las estrellas
Si el techo es de agua,
tranquila ha de ser el agua,
descansada, un espejo líquido,
un estanque quieto.
Olvídalo si es de desdén,
si el techo es de alegría, imagínate
el gozo de tenerte.
…navega sobre las alas decía,
no un techo sino un suelo,
un suelo de estrellas
un piso de luz
una trenza de mujer.
De Moctezuma III
Juan David nació en Montería, en 1943, en la costa del Mar Caribe al norte de Colombia. En 1962 inició una serie de viajes y estudios por Centroamérica, México, Norteamérica y Europa donde trabajó en la poesía con Octavio Paz cuando el laureado poeta mexicano era poeta residente en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Ramón Xirau publicó sus primeros poemas en la revista Diálogos del Colegio de México, y Octavio paz, de regreso a su país, incluyó tres en el #26 de Plural, revista del periódico Excelsior, México, 1973. Libros publicados: La canción de Tlön (1990), La noche y el adepto (1994), Odas de Zía Altamira (2002), Moctezuma III (2014) y El camino sin fin (2019).