¿CÓMO LLAMAR A ESE ACOSO INSITUABLE DE UNO MISMO? | VÍCTOR FUENMAYOR


Y TE DIGO ASÍ AL FIN…

Y así te digo al fin
que uno no muere, que uno
estará siempre llamándose en el otro
para no arder tan solo
siendo uno de dos
o dos en uno.
Y ahora somos dos para llamar
a todo lo que se esconde aquí
en cada pliego de mi piel,
en cada grieta porosa de la tuya,
en cada pliego del poema
donde estamos sin estar del todo.
Y así te digo al fin
que me has leído mientras te escribo
en el tú que me habla en mi yo
conociéndome más que a mí mismo
hablándome más de lo que te hablo.
Y te digo así al fin
que tú eres el pronombre que no tiene persona
sino cuerpo y nombre escribiéndose en mí
en la nota de sol.

(“Libro mi cuerpo”, en Beber de la sombra. Poesía reunida 1986-2007, p.207)


VII

Un poeta se hace
como nace el papel,
nunca de la savia
sino de la corteza.
Ese sonido áspero,
tan áspero,
que sublima la piel.

(“Donde la luz me encarna”, en Beber de la sombra. Poesía reunida 1986-2017 )


LA ESFINGE

¿Cómo llamar a ese acoso insituable de uno mismo?
¿Cómo topar la sensible letra singular en la palabra?
¿Quién confirma el espejo entre cosas y nombres?

Un océano transparenta el oleaje de una letra celada.
En alta mar imprime los mínimos espacios de la casa
que se ha llevado el viento de chubascos y huracanes.

Oye la exacta inexactitud de la palabra en el oído.
Una esfinge siempre finge en la puerta de mi ciudad
a pasajeros, viajantes, a extranjeros.

Eres tú la ciudad adonde retornas.
Ante las preguntas de la esfinge
que te aguarda,
no respondas
y muéstrate en espejo.

(“Beber de la sombra”, en Beber de la sombra. Poesía reunida 1986-2017, p.144)


DOLOR

Me duele sin doler en todo lo que adereza el sufrimiento.
Se escapan sin querer sensaciones extrañas de mi piel, y duelen las sábanas, las almohadas, el trago de los días amargos, el techo que miro sin cesar.
Duele el colchón donde me acuestan y el espaldar donde me reposan.
Duele el mundo de la vida despertándose en mí sin los calmantes.
Duele hasta el aire del respiro contaminante de la dolencia, hasta la atmósfera; duelen hasta las caricias dadas al cuerpo enfermo.
Más dolorosas se vuelven las aspiraciones y sueños del despertar sin saber cómo llevar de nuevo las riendas de la vida que se escapa y vuelve.
Duele nacer, duele morir sin muerte, duele vivir sin vida, duele el medio-morir y el medio-vivir.

(“Acallándome el grito”, en Beber de la sombra. Poesía reunida 1986-2017, p.17)


VOLVER

Cuando volvéis, alguien ha muerto.
Sois los mismos sufriendo un doble duelo.
Sueño de la muerte llega de un día para otro
y la pesadilla, en un país, marca de por vida.

No reconoceréis las cosas dejadas,
ni recordaréis todo lo perdido en sus huellas.
Todo lo irreparable se acuna en un regreso.
Un retorno cae de golpe en un solo instante
y no nos prepara para nada el presente.
La memoria cambia de valor con cada muerte.

Muchas muertes se van en una sola
y vagáis con la tristeza del país arrasado.
Tropezáis confundido con mayúsculos duelos,
que el corazón minúsculo no puede acoger
de un solo golpe y de una vez por todas,
y nos arrastra a abrazarnos
entre recibimientos y adioses.

(Exilio a dos voces, inédito, 2020)


Víctor Fuenmayor: Caballero de la Orden de las Artes y de las Letras de la República Francesa, Doctor Honoris causa de la Universidad del Zulia (Maracaibo, Venezuela), Maestro Honorario de Universidad Experimental de Arte (Caracas, Venezuela), Doctor en Semiología (Universidad París VII, Francia). Premio de poesía en la bienal José Antonio Ramos Sucre por el poemario Libro mi cuerpo, Premio de Ensayo (Secretaria de Cultura de la Gobernación del Estado Zulia), Mención Honorífica por Zonambularia en el Concurso de Novela Guillermo Meneses de la Dirección de Cultura de Universidad Central de Venezuela. Su obra poética ha sido recogida en Beber de la sombra. Poesía reunida 1986-2017, Oscar Todtmann editores, Caracas). Actualmente tiene inéditos el poemario El exilio a dos voces y el libro Rever Reverón, una investigación sobre el pintor venezolano Armando Reverón.


 

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