ESTA CASA SE HIZO CON LOS AÑOS │ YOLANDA PANTIN


Se nota que te acercas. Andas por señas de lejos cuando vienes a cuesta de ti
mismo, piafando. Un reguero de sal de Paya a La Redoma, tu espuma, el brío
por los ojos, a más vuelo nuestros cascos. Te desprendes. Parecemos otros, de
otros tiempos: del adobe, de los mismos pilares que te ensanchan. Calcados. De
aquí a donde sea te buscas. Nos miran escarbando. Arranco pedazos de tierra al
borde del río, del montículo, buscando, buscando… El polvo que te aureola
como un signo, el retorno a la caída, mientras dicen los de a pie.

(De CASA O LOBO)


VITRAL DE MUJER SOLA

Se sabe de una mujer que está sola
porque camina como una mujer que está sola
se sabe que no espera a nadie
porque camina como una mujer que no espera a nadie
esto es
se mueve irregularmente y de vez en cuando se mira los zapatos
Se sabe de las mujeres que están solas
cuando tocan un botón por largo tiempo
Las mujeres solas no inspiran piedad
ni dan miedo
si alguien se cruza con ellas en mitad de la vereda
se aparta por miedo a ser contagiado
Las mujeres solas miran el paisaje
y se diría que son amantes
de las aceras/ de los entresuelos/ de las alcantarillas/ del subsuelo
de los subterfugios
Las mujeres solas están sobre la tierra como estar sobre los árboles
les da igual porque para ellas es lo mismo
Las mujeres solas recitan parlamentos
estoy sola
y esto quiere decir que está con ella
para no decir que está con nadie
tanto se considera una mujer sola
Las mujeres solas hacen el amor amorosamente
algo les duele
y luego todo es más bien triste o colérico o simplemente amor
Estas mujeres se alumbran con linternas
van al detalle
saben dónde se encuentra cada cosa
porque temen seguir perdiendo
y ya han perdido o ganado demasiado
Ellas no lo saben
porque van del llanto a la alegría
y a veces piensan en la muerte
también planean un largo viaje e imaginan encuentros posibles
administran el dinero
compran legumbres
trabajan de 8 a 8
Si tienen hijos hacen de madres
son tiernas y delicadas
aunque muchas veces se alteren
un pensamiento recurrente es
ya no puedo ni un minuto más
Las mujeres solas tienen infinidad de miedos
terrores francamente nocturnos
los sueños de tales mujeres son
terremotos catástrofes sociales
Una mujer sola reconoce a otra mujer sola de forma inmediata
llevan el mismo cuello airado
lo cual no quiere decir que no quieran a nadie más que a sí mismas
esto es completamente falso
lo cierto es que la casa de una mujer sola
está abierta a su antojo
Una mujer sola
no puede curar su soledad
porque nada está enfermo
se remedia lo curable
una gripe o un dolor de estómago
La mujer que piense que su soledad es curable
no es una mujer sola
es un estado transitivo entre dos soledades infinitamente más peligrosas
Una mujer sola es una mujer acompañada
aunque de este hecho no se percate más que el zapato al que mira con                                                                                                                                                                                     [detenimiento
o el botón
que parece representar algo verdaderamente importante
como de hecho lo es
como los árboles o el cielo
sólo que el privilegio que deriva de semejante atención
es más bien propio de las almas temperadas al siguiente fuego:
id contigo
para estar con vosotros.

(De CORREO DEL CORAZÓN)


POEMA DE LAS DOS CABEZAS

Este es el poema de las dos cabezas

Sol
Cuello Cortado
descansa sobre la hierba

Cabeza Soberbia
partió a los Australes

Sol
Cuello Cortado
dejó que un insecto
revoloteara en sus labios

y durmió un instante

Cabeza Soberbia
cansada del viaje
haló de los pies a su amante

Estuvieron parloteando un largo rato

Una tormenta siguió a la otra
mas estas cabezas tenían mucho que decirse

Sol
Cuello Cortado
saltó sobre la nieve

y posó sus labios
sobre la boca tumefacta
que hervía
sobre un hervidero de palabras

Se contaron sus vidas

Esto era todo lo que tenían que decirse
sus vidas sus amores

La noche las encontró
bajo un bloque helado

-el viento ululaba en el paisaje blanco-

“Es un presagio”

dijo Sol
Cuello Cortado

“No hagas caso”

Cabeza Soberbia
sintió pánico

y entrechocaron sus orejas en un largo abrazo

(De LA CANCIÓN FRÍA)


YO HICE EL CABLE SUBMARINO

Eres mi criatura
yo hice tus ojos tus manos

tus dientes montados
unos encima de los otros

Yo puse tu mirada
sobre el mundo

tus dos piernas

Yo hice al mundo
ávido y mojado

sin palabras

hice tu perfil
entrar al agua

tus brazadas
en el mar

en la piscina

Yo hice tu barbilla
tu cansancio

tus aletas de pez
en el acuario

Hice una joven para amarte
de veinticinco años

la hice apátrida
enfermiza

una niña en el marasmo
Hice un país
un enemigo

Me dije
no

está prohibido
mirarte

Me hice daño

Yo hice a mi criatura
con mi sangre
abrir la carne

Marqué las horas muertas
en este calendario

la importancia del teléfono
mudo repicando

Yo hice el cable submarino

a París
también lo hice

la ciudad de los amantes

(De LOS BAJOS SENTIMIENTOS)


EL HUESO PÉLVICO

III

Salve reina
Que estás en las aguas
Digo esta oración
Ante tu estatua

-Mas tú no existes,
Sino en el hueso materno.

Vamos los creyentes
En la hora descreída

Al centro,

Pancartas
Levadizas

Por un puente,
Sobre el presente duro.

Espléndida figuración

De una mujer
Enarbolada

Carga la ciudad
Sobe la espalda

Al centro de su arteria
Fluvial

Pasamos sin mirarla

Reina sagrada
Que un artista supuso
Ver sobre la danta
Espoleada
En su musculatura
Compacta

Carga,
Hacia la vertical,

Un hueso
De interrogación

Patria,
Por el derivativo
Interrogada

Levanta

El hueso duro
De roer

Portezuela, finalmente,
Es apertura

Una vez por la hendija,
Cuando llegas con sangre.

(De EL HUESO PÉLVICO)


EL POEMA DE MI PADRE

No estaba yo
escuchando

la disertación de Eric
acerca

del cansancio de la tierra

y su experiencia
en África

durante muchos años
por lo que había observado

y deducido

como especialista
en estos temas

que era
en una reconocida

universidad de Holanda

No estaba yo
entre esas gentes

una tarde

entre las muchas otras
magnífica

el cuerpo inclinado
hacia adelante

para mejor escuchar
lo que el otro decía

con probada sapiencia

No fui yo quien intervino
para acotar

que en Venezuela
los campesinos como en África

van desplazando su heredad
devastando el suelo

y que según mi parecer
por lo que había aprendido

en el pueblo de Turmero…

Era mi padre
a quien con el deseo

había convocado
ese día

para que tomara
mi lugar

sin llamar la atención
en un primer momento

como suele hacerlo

Pero luego
un cierto brillo

de la voz

una cierta mirada
la cabeza erguida

convencido

del valor de sus argumentos
y lo irrebatible de su experiencia

lo que piensa
acerca de las “teorizaciones”

alguna anécdota
narrada con expresiva

gracia

resumiría
su punto de vista

a tal punto
excluyente…

Lo que no le impediría
continuar el diálogo

que lo ha iluminado

y pasar al comedor
y comentar

la excelente selección
de vinos en la mesa

en un deseo vicario
al escuchar a la hija

contar
su viaje reciente

que ha hecho suyo
en la casa de Turmero

con lluvia y jejenes
y calor en esta tarde

como todos los días
en el claustro del pueblo

detenidas lecturas
del National Geographic

cartografías

en el atlas vencido
de 1969

sobre la mesa desplegado
entre los restos de la cena

que hemos compartido

el esplendor
y la promesa del mundo

(De LA ÉPICA DEL PADRE)


PARAGUANÁ                                                                                                                                                                                                                                    a Antonio López Ortega

Para matar a la culebra
por la cabeza

hay que atravesar un istmo muy estrecho
de manera que es posible
ver a ambos lados el mar cercándolo.

Un mar blanco, con pequeñas olas apagadas.

Los hombros que se desprenden,
parecen sostener a la república
de la que es parte la cabeza
que se inclina hacia el mar.

Domina el paisaje, como los ojos
al cuerpo, la refinería.

No respira un alma.

Los restos de basura que trae el viento
y deja entre los cardones y mogotes de cujíes,
parecen, bajo estos vendavales,

estruendosos, trepidantes banderines.

(De PAÍS)


FUGA                                                                                                                                                                                                                                                   A mis hijos

Fue lo primero que advertí
cuando no estaba consciente,
ni podía pensar.

Lo primero
que miraron ustedes
al acercarse a la ventana
durmiendo todavía: el trazo

azul profundo
del río
cuando pasaba un barco
y una línea blanca
de humo
que alcanzamos mirar.

La escritura debería recoger
esa oscura transparencia. Yo
se las ofrezco con la luz delgada
en un parque y las tantas ardillas
que atrevidas se acercaron
sobre sus miedos para mirarnos.

El ser completo donde no puedan
separarse ni el aire, ni las calles
que recorrimos en aquella maraña,
ni los edificios ardiendo
en sus cúpulas, ni los muelles
que mecen los barcos,
ni el puente más antiguo
con su ruidoso tráfico
de trenes.

¿Será que al fin la escritura
saldrá de la bolsa donde traje
las graciosas figuraciones
de oso, de lobo y de tigre
que pude haber perdido en el viaje?
La piel de las ardillas no se asemeja
a la piel de las ratas
ciegas en los albañales,
y la luz que se agosta en el parque
no es tristeza
en la agilidad de los perros, ni aquel

edificio en la esquina
va a derrumbarse, ni los árboles
de un verde profundo
contra el cielo
cada vez más oscuro,
como el azul oscuro del río, van
a desaparecer.

(De 21 CABALLOS)


LA RAÍZ

Esta casa se hizo con los años
al seguir un orden y ese orden
no es estético. Todo apunta al hueso:
Ha muerto en mí lo literario.

Vuelvo al comienzo
de esta historia
cuando niña
se hizo la luz
al lado de mi madre.

Ella dispuso de una casa
orientada al Este

y los muebles enseguida
fueron caminando
y los cuadros con los adornos
y las piedras
hasta encontrar su sitio.

Con la casa se hizo el jardín:
Once azahares de la India. Los hijos
aquí nos encontramos.

Y cuando el tiempo
desordene naturalmente
el cabello repeinado
de los niños,
y los mismos azahares
se ofrezcan,

nosotros volveremos a empezar
desde la raíz.

(De BELLAS FICCIONES)


YOLANDA PANTIN (Caracas, 1954)
Poeta, ensayista, dramaturga, narradora y editora venezolana. Ha publicado en poesía, Casa o lobo (Monte Ávila Editores, Caracas, 1981), Correo del corazón (Fundarte, Caracas, 1985), La canción fría (Angria, Caracas, 1989), Poemas del escritor (Fundarte, Caracas, 1989), El cielo de París (Pequeña Venecia, Caracas, 1989), Los bajos sentimientos (Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1993), La quietud (Pequeña Venecia, Caracas, 1998), La épica del padre (La nave va, Caracas, 2002), Poemas huérfanos (La liebre libre, Maracay, 2002), El hueso pélvico (Eclepsidra, Caracas, 2002), País (Fundación Bigott, Caracas, 2007), 21 caballos (La cámara escrita, Caracas, 2011), Bellas ficciones (Eclepsidra, Caracas, 2016), Lo que hace el tiempo (Visor, Madrid, 2017). Su obra poética ha sido recogida en varias Antologías, entre ellas, Poesía reunida. 1981-2002 (Otero Ediciones, Caracas, 2004), País. Poesía reunida 1981-2011 (Pre-Textos, Madrid, 2014), El ciervo (El Taller Blanco Ediciones, Bogotá, 2019). Estudio Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. Fue tallerista del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos y de Hojas de Calicanto. Fue miembro del Grupo Literario Tráfico. Cofundadora del Grupo Editorial Pequeña Venecia. Fue miembro de la Directiva de la Casa de la Poesía Pérez Bonalde de Caracas, en la década de los 90. Entre las distinciones recibidas destacan, Premio Fundarte de Poesía (1989); Premio al mejor Libro del año, categoría libro infantil, por el Centro nacional del Libro de Venezuela (2000); Beca y Residencia en el Bellagio Study center de la Fundación Rockefeller; Beca Guggenheim (2004); Premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval, por su trayectoria (México, 2015); Premio Casa de América de Poesía Americana (España, 2017); XVII Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca, Ayuntamiento de Granada (España, 2020)
Sobre su poesía, Antonio López Ortega, escribió, “El apetito de desmontaje de la propia operación poética, recorre toda su expresión hasta volverla simulacro, ensayo reiterativo, esgrima solitaria. El verso crece sobre su propia ruina, como yerbajos aislados entre las estatuas caídas. De aparente linaje nómada, el verso de Pantin apuesta en el fondo a la “sedentarización”: detenerse en la búsqueda expresiva cuando alguna revelación lo requiere. En esas pausas de reposo, que son pocas, el verso acampa, quizás presa de la belleza o de algún sentimiento de trascendencia.” (Prólogo en Poesía reunida. 1981-2002)


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